La semana pasada se dieron a conocer los resultados de la Novena Encuesta a Actores del Sistema Escolar que el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación CIDE viene realizando desde 1999.
Estas opiniones llegan en un momento en el que el campo de la educación se encuentra atravesado por fuertes demandas de cambio de parte del movimiento estudiantil.
Es posible resumir las demandas del movimiento estudiantil en tres áreas: fortalecer la educación pública, educación gratuita y no al lucro.
El sentido de esas demandas es crítico a la actual mercantilización de la educación, que la transforma en un bien de consumo privado, y pretende recuperar el sentido social y de bien público de la educación. En otras palabras, se pide una educación más igualitaria que integre a la sociedad y no la segmente.
¿Qué se puede decir de las demandas del movimiento estudiantil desde los resultados de la Encuesta?
En primer lugar que todos los actores (los estudiantes de cuarto medio, los profesores, los directivos y los apoderados), de todas las dependencias (municipales, particulares subvencionados y pagados) comparten mayoritariamente una visión crítica de la calidad de la educación chilena y muy crítica respecto a su equidad.
En relación a la educación pública, se advierte un amplio acuerdo sobre la necesidad de desmunicipalizarla (63% de los apoderados y 85% de directores y docentes) y de crear en su reemplazo un Sistema Nacional dependiente del Mineduc (76% directores y 84% docentes).
Respecto a la gratuidad es claro el rechazo al pago en educación; a nivel escolar la mayor parte de los estudiantes, aún los de colegios pagados, advierte que el cobro a los padres genera desigualdades sociales y la mayoría de los directores y profesores posee un juicio crítico al financiamiento compartido por el mismo motivo.
En educación superior es categórico el rechazo al actual sistema de pago, de créditos y becas (lo apoya solo el 5% de los apoderados); se prefiere la gratuidad (46% de los apoderados) o el pago proporcional (33% de los padres). El rechazo al lucro también es fuerte entre directores y docentes (77% y 88% respectivamente).
Ahora bien, junto a estas coincidencias hay también signos de resistencias al cambio.
Por ejemplo, el 54% de los directores, el 67% de los docentes y el 84% de los apoderados acepta la selección de estudiantes como una forma de cautelar el nivel académico del establecimiento.
Al parecer detrás de la demanda por gratuidad no hay un concepto de igualdad de acceso y de trato ni una demanda por integración en la educación.
Otro signo de exclusión preocupante si queremos de veras una educación más democrática: el 69% de los docentes está de acuerdo con la expulsión de estudiantes debido a su mala conducta.¿Qué se haría con ellos?