El escenario de cara a la Reforma Laboral que impulsa el Ejecutivo se avizora como una instancia de diálogo que busca los consensos y puntos de encuentros.Desde las Pymes la visión sobre lo que debe contemplar el proyecto de ley presenta grandes diferencias al momento de hacer presente su visión, a lo cual se deben agregar los contrapuntos desde las grandes empresas (CPC) y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
Al interior de los diversos organismos que ostentan la representatividad de las Pymes, las propuestas van desde argumentar que la Reforma Laboral no afectará, que debería ser progresiva, que se debe realizar un marco especial para las micro y pequeñas empresas, hasta encontrarse con aquellos que solicitan claramente que no se les debe incluir en el proyecto de ley.
En este sentido la historia de la reforma tributaria se puede volver a repetir, pero aún estamos a tiempo para evitar un nuevo cocimiento. En la actualidad, los entes gremiales representativos de las Pymes de Chile no logran acordar una postura única que pueda ser presentada de forma clara y unilateral ante el ministerio del Trabajo, dando una clara ventaja al momento de hacer válidas las posturas del sector, a diferencia de lo que sí acontece desde la CUT y las grandes empresas por medio de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), tribunas desde donde se observa un discurso uniformado con lineamientos clarificadores sobre sus aspiraciones.
La poca cohesión que existe por parte de las organizaciones Pymes nos ha pasado la cuenta desde la perspectiva de ser reaccionarios ante episodios puntuales más que lograr aspectos que vayan de la mano de la creación de las políticas públicas para las micro y pequeñas empresas del país, convirtiéndonos en entes reactivos más que proactivos.
Las divisiones hoy no sólo provienen de los lineamientos políticos que cada organización pueda justamente cultivar, sino que también se aloja en la pugna por convertirse en los voceros del sector, lo cual finalmente ha terminado por sepultar la obtención de logros que tiene que ver con los verdaderos dolores que presentan las pequeñas empresas.
Sin duda que la voz de las Pymes se ha visto mermada producto de la salida de gremios fundadores de la Confederación Nacional de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (CONAPYME) durante el 2013, quienes hoy han conformado la Unión Nacional de Organizaciones Gremiales de Micro, Pequeña, Mediana Empresa y Empresarios, Trabajadores por Cuenta Propia o Autónomos de Chile (UNAPYME), una migración de importancia que suma a la salida de la Asociación de Exportadores de Manufacturas (ASEXMA) acontecida ya hace años atrás.
Tal vez, y con todo derecho, existan algunos que no compartan esta visión, pero los hechos son claros que la representatividad gremial desde las Pymes no pasa por su mejor momento y que las divisiones entre las partes han ido en contra de aquilatar grandes logros y sí han jugado en el camino contrario de robustecer a las organizaciones gremiales.
Desde mi perspectiva, esta división ha sido capitalizada de muy mala manera por la Multigremial de Emprendedores, quienes en el sentido contrario de haberse convertido en un vaso comunicante entre distintas facciones y aprovechar todo su respaldo comunicacional en pos de la unión del sector, presentó hace un par de meses por medio de la prensa, una clara intención de “jubilar” a los dirigentes históricos de las Pymes, argumentando que ya no contaban con representatividad, llamando a un cambio generacional y que los pequeños empresarios de regiones estaban defraudados de su accionar, llegando entonces el momento de cambiar las cosas.
Sin embargo , hoy dan un paso atrás y enarbolan nuevamente a los históricos para representarlos ante la reforma laboral, demostrando contradicciones y de seguro no asimilando las consecuencias de una desmedida arremetida comunicacional que hoy pueda presentar posiciones irreconciliables.
Este tipo de acciones no sólo pueden sonar inentendibles sino que también poco serias. Tales “vueltas de carnero” atentan contra la credibilidad de todos quienes formamos parte de este ecosistema, y lo más importante es que los problemas reales de las Pymes del país pasan a un segundo plano debido a que los esfuerzos se concentran y polarizan en guerrillas internas en vez de trabajar en la unión del sector y batallar por las grandes problemáticas con un sólo mensaje y con objetivos claros.
Sin duda y como en todos los rubros, las excepciones existen y aún se cuenta con dirigentes serios, con personas que independiente que puedan pensar como uno, al menos se tiene certeza de saber a quién se tiene al frente, atesorando convicciones, camaradería en pro del bien común y que tienen como tesoro la credibilidad de sus parciales y el entorno.
De esta manera, la ministra del Trabajo no la tiene fácil en su diálogo con las Pymes de cara a lo que será la reforma laboral, ya que tendrá que escuchar posturas tan disímiles como el agua y el aceite.
A la vez, el actual escenario de discusiones abre una enorme oportunidad para buscar acercamientos entre las organizaciones Pymes, potenciando diálogos al menos en aquellos puntos de consenso y dejando en segundo plano las diferencias que durante el último tiempo han atentado contra los logros de importancia para el sector.