El Gobierno de Piñera se caracterizó durante su desempeño por promesas grandilocuentes: terminar con la delincuencia, acabar con el desempleo, llevar a Chile al umbral del desarrollo, y otras.
A días de su despedida como Presidente, ha puesto el énfasis en dos conceptos, la creación de casi un millón de empleos de calidad y haber convertido a Chile en país de emprendedores de clase mundial
Conversemos de la promesa de acabar con el desempleo.En este ámbito, Piñera se jacta de haber creado casi un millón de “empleos de calidad”, definamos primero que sería un empleo de calidad.
A mi juicio, un empleo de calidad es un empleo estable, con trato digno, remuneración superior al mínimo ético, con contrato, con leyes sociales al día y que además genera valor en la organización donde se desarrolla.
Veamos las cifras. De los 985.000 empleos que informa el INE, 335.000 corresponden a empresas de 1 a 5 trabajadores formales e informales; es decir empleos sumamente precarios.
Entre ellos se incluye a 25.000 empleadores, 30.000 familiares no remunerados de los empleadores, muchos sin contrato, muchos sin leyes sociales, la gran mayoría en valores cercanos al mínimo legal y muy poco estables (las empresas más pequeñitas tienen altos índices de fracaso), 48.000 corresponden a empresas de 5 a 10 trabajadores, 55.000 a empresas de 11 a 49 trabajadores, 169.000 a empresas de 50 a 199 trabajadores y 378.000 a empresas sobre 200 trabajadores.
Hasta aquí podríamos decir que ya no hablamos de 1 millón de empleos de calidad sino más bien de 546 mil (empresas con más de 50 personas), cifra a la que debemos descontar los trabajadores a honorarios sin contrato de plazo fijo tanto del sector público como privado.
En el sector público hay decenas sino cientos de miles de trabajadores a contrata o simplemente a honorarios, y situación similar pasa en el sector privado.
Analizando las cifras desde otro ángulo, los 985.000 empleos se desglosan en 25.000 empleadores, 30.000 familiares de empleadores no remunerados, 247.000 trabajadores por cuenta propia, y 684.000 asalariados: con contrato y sin contrato, jornadas parciales,y completas, microempresas familiares, pequeñas, medianas y grandes.
Nuevamente, los empleos de “calidad” serían solo un subconjunto de los 684.000 asalariados,dentro de los cuales están los de jornada parcial, los a contrata y a honorarios, los empleo con salarios a la negra, es decir. un subconjunto no menor de empleos de mala calidad.
Por otro lado, si revisamos donde se generan estos “empleos virtuosos”, encontramos que el sector más “dinámico”, es el de los servicios de educación, más de 200.000 empleos, que bien sabemos son poco estables, y no precisamente bien remunerados; construcción, más de 140.000 empleos que son por definición temporales (mientras duran las obras) y más de 140.000 en el comercio, bien sabidas son las malas prácticas de trato laboral de muchas tiendas de retail quienes concentran la mayor cantidad de nuevos empleos.
En cuanto al emprendimiento, como primer y quizás más importante antecedente, hay que hacer notar que durante el gobierno del presidente Piñera, la micro y pequeña y mediana empresa continuó bajando su participación en la ventas totales alcanzando las más baja participación en la historia en el total de ventas nacionales.
Nada se habla acerca del pobre desempeño de las nuevas micro y pequeñas empresas, no se publican la cantidad de fracasos y el costo de ellos, no se conocen los niveles de ingresos de estos emprendedores.
Se publica la tasa de emprendimiento del 23 % de la población económicamente activa del país, cifra muy alta al compararla con el 13 % de Estados Unidos, y con 8% promedio de los países OCDE.
Sí, efectivamente son tasas altas, pero ¿cuál es la calidad de esos emprendimientos?, ¿han ganado o perdido calidad de vida la mayor parte de esos emprendedores?, ¿cuál es el valor que han agregado a la economía?, ¿han disputado mercados a los grandes de la economía?
¿Cuántos “emprendimientos de clase mundial” podemos mostrar?
Si hemos casi triplicado los índices de emprendimiento de los países OCDE, (economías más desarrolladas del mundo), y estamos casi en el pleno empleo cómo no se refleja para nada eso en las elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales.
Lo que está detrás de todas las afirmaciones es el intento de esconder lo que verdaderamente sucedió en la economía.
Crecimos, sí es efectivo, pero crecimos también en concentración económica e inequidad.
Crecimos pero en medida importante gracias al precio del cobre, crecimos también en dependencia, creció la brecha entre empresas pequeñas y medianas versus empresas grandes.
Creció la cantidad de empresas pequeñas, pero aumentaron también los malos resultados de esas empresas, se destinaron recursos al emprendimientos, pero dicha inversión se tradujo en más empresas, pero no en más y mejores ventas del sector expresadas estas como porcentaje del total de ventas de las empresas.
La ciudadanía tiene el derecho a ser bien informada, la autoridad gubernamental tiene la obligación de entregar TODA la información, no solo aquella parte que la favorece frente a la opinión pública, todos tenemos la obligación de construir un país de verdad y para ello, es imprescindible partir de datos reales, por duros que ellos sean.
En empleo, se ha avanzado, pero aún falta mucho, es necesario mejorar los cientos de miles de empleos parciales, precarios (estabilidad, leyes sociales, remuneración, trato, pensiones), y ello sólo se logrará cuando el Estado intervenga controlando a los grandes abusadores, garantizando competencia real en los mercados, creando condiciones para que las micro, pequeñas y medianas empresas sean empresas de verdad, productivas, con mercados en los cuales puedan desarrollarse, con accesos y a costos competitivos al financiamiento, con acceso a la información y a la tecnología.