Es indudable que Chile es uno de lo países con políticas macroeconómicas más serias, con una sólida institucionalidad que las sustenta. Las políticas macro indudablemente han influido en la baja inflación y en las altas tasas de crecimiento del pasado, lo que ha favorecido la inversión interna y extranjera con un aumento sostenido en el empleo.
El modelo de crecimiento basado principalmente en solventes políticas macro parece haber llegado a su fin.
La mayoría de los economistas hablan hoy día de la necesidad de mejorar la productividad total de los factores, la que guarda más relación con la productividad que resulta de innovación, creatividad y emprendimiento que con el flujo de inversión financiera neta.
Está suficientemente demostrado que el desarrollo del capital humano-KH, es la antesala necesaria a una población más creativa, innovativa y emprendedora.
Para todos es claro que una reforma educacional ahora, aunque necesaria y urgente, llegará atrasada en 20 años a la generación del KH que Chile necesita hoy.
Las necesidades de capital humano en el corto y mediano plazo no alcanzan a ser suplidas con los egresados del inequitativo, e ineficiente para la mayoría, sistema educacional actual.
El país debe entonces buscar como instalar competencias asociadas a la creatividad, innovación y emprendimiento entre los 8 millones de personas que hoy ya se integraron al sistema productivo.
La mayoría de los macroeconomistas que acompañan a Evelyn y Michelle todavía no dan pruebas de haber entendido que en Chile no hay un mercado de trabajo homogéneo.
Al menos las políticas públicas que han promovido han sido dirigidas indistintamente para todos los trabajadores, las que han terminado favoreciendo a los trabajadores más calificados, que trabajan en grandes empresas, y que pertenecen a los segmentos menos vulnerables del mercado de trabajo.
Los instrumentos del SENCE, el seguro de desempleo, la mayoría del articulado del código del trabajo, la negociación colectiva, la ley de subcontratación, Ley Bustos, indemnización por años de servicio, etc., son tristes pruebas de ello.
Lo que esos economistas fallan en considerar es que en Chile hay 3,5 millones de trabajadores que trabajan en micro, pequeñas y medianas empresas o que son trabajadores por cuenta propia, que representan cerca del 70% del empleo privado y que han quedado al margen de la mayor parte de los instrumentos diseñados en los últimos años.
Esto debido a que la institucionalidad y sus autoridades no se hicieron cargo que los trabajadores y empresarios PyME viven una relación de trabajo distinta a la de la gran empresa. ¿Quiere Chile seguir marginando a esos 3,5 millones de trabajadores y considerarlos la generación perdida del camino al desarrollo?
Evelyn y Michelle tienen un pasado que las acusa. Al parecer inspiradas por los macroeconomistas seguidores del “ladrillo”, una como ministra del Trabajo y otra como Presidenta de la Republica, apoyaron medidas que no reconocieron la heterogeneidad del mercado laboral, en especial en lo que respecta a las micro, pequeñas y medianas empresas.
Las medidas paliativas que impulsaron son escandalosamente insuficientes en relación a las fallas en la institucionalidad del mercado del trabajo señaladas precedentemente.
Las PyME y sus trabajadores esperan propuestas que se hagan cargo de la heterogeneidad laboral, de la situación desmedrada de las PyME frente a los abusos de posición dominante y prácticas de colusión de algunas grandes empresas
Así como, frente a un mercado de factores para el desarrollo empresarial que todavía no ha asumido que la pequeña empresa no es una empresa atrofiada, sino una empresa que normalmente no tiene el tamaño “que le exige en la práctica” ser cliente o beneficiario de los distintos instrumentos que necesita para su competitividad: créditos, garantía, capacitación, asesoría, TICs, contabilidad, impuestos, servicios legales-financieros-contables-tributarios, subsidios, instrumentos de fomento, etcétera.
Evelyn y Michelle: 3,5 millones de trabajadores están esperando.