Finalmente la CEPAL tomó y comunicó su decisión de no seguir colaborando en el procesamiento de la CASEN, sin embargo el argumento entregado no parece creíble, al menos no después de lo acontecido con la última encuesta.
Que Chile tiene los cuadros técnicos y profesionales para realizar todo el proceso que implica la CASEN lo sabemos desde hace mucho tiempo, ni siquiera en su origen fue ésa la razón por la cual se solicitó el aporte de CEPAL; en los noventa ya existía el expertise necesario en el Estado chileno para asumir toda la responsabilidad. Este débil argumento sólo se entiende por provenir de un organismo internacional en una disputa con un gobierno de la región.
El verdadero argumento del porqué era necesaria la CEPAL radica en la independencia, seriedad y ausencia de riesgo respecto a una manipulación de las cifras resultantes, en un área tan sensible como es la medición de la eficiencia de las políticas públicas para combatir la pobreza y por lo tanto políticamente tan rentable.
Durante veinte años la CASEN se mantuvo lejos de esa discusión, gozó del mayor crédito en el mundo académico, político y público respecto a la veracidad de los resultados entregados y por lo tanto de los procedimientos y criterios en su elaboración.
Se podía tener opiniones divergentes respecto a la eficacia de usar un método alternativo pero nadie puso jamás en duda que los resultados entregados no se desprendieran del método rigurosamente aplicado y suficientemente informado.
Eso es ni más ni menos lo que el gobierno del Presidente Piñera y el Ministro Lavín se han farreado: la obsesión sicopática de mostrar siempre los mejores resultados aun cuando los estudios serios –como la última CASEN- mostraran algo distinto, ha tenido como resultado el término de una alianza CEPAL-Estado que acerca ahora al más importante instrumento de medición de política pública a la arena de la duda, la interpretación mañosa y la pérdida de credibilidad.
Si se creía como ahora se indica por el Sr. Ministro, que ya la CEPAL podía ser reemplazada, la decisión debió venir del gobierno de Chile y no del organismo internacional, ponerse soberbio y no reconocer los graves errores cometidos sólo agravan la falta.
¿Podemos tener alguna seguridad de que ante una eventual discrepancia futura similar a la que dio origen a la salida de CEPAL entre el INE y el ministerio de Desarrollo Social se velará por la rigurosidad y la verdad irrestricta? No, al menos durante este gobierno, no. Baste recordar que ya en este caso un funcionario del Ministerio Social renunció por discrepar de la forma como se mostraron los resultados.
Sin estar aun sometido a la inminencia de perder el gobierno, estas autoridades como lo señaló magistralmente un rector universitario en una columna de un periódico dominical muestran signos inequívocos de una grave descompensación, con la angustia de cumplir metas, no se tiene la prolijidad de usar los medios adecuados.
Triste escenario para quienes esperaron tanto para mostrar sus bondades gobernando.