Por fin se puede encontrar en la Web del Ministerio de Desarrollo Social una información más completa sobre la CASEN 2011, cuyos antecedentes preliminares dio a conocer el gobierno el viernes pasado.
Hasta ahora las cifras que se han entregado han sido positivas, aún cuando esconden la realidad más profunda de la pobreza y de la distribución del ingreso en nuestro país, que es que la pobreza es aún importante y que la distribución del ingreso es muy mala.
Ambas situaciones, especialmente la última, es percibida claramente por la sociedad. La pobreza está más oculta porque hoy hay muchos menos pobres que hace veinte o treinta años, muchos menos campamentos que entonces y mejores servicios sociales que los que la memoria trae a comparación.
Sin embargo un 14% o 15% de pobreza representa cerca de dos y medio millones de personas, poco menos de la mitad de las que había en esta situación a fines de la dictadura, pero un número demasiado importante como para que no se considere como central en las políticas públicas.
Cabe recordar, como lo han señalado diversos especialistas en estos días, que una familia promedio de Chile cuyo único ingreso sea el Ingreso Mínimo fijado recientemente está en condición de pobreza y muy cercana a la indigencia de acuerdo a las cifras que nos entrega la Encuesta, ya que su ingreso monetario disponible redondea los $160.000, lo que da un valor cercano a $40.000 por persona si el grupo familiar lo componen cuatro personas, y la línea de pobreza por persona es algo superior a $72.000 y la de indigencia la mitad de esta, es decir poco más de $36.000.
Pero el indicador con el que medimos los cambios en la situación de las familias y la sociedad, que nos sirva para ello es su mérito; nos dice que ha habido un cambio positivo entre 2009 y 2011, y ello es bueno, más oculta esta mirada un problema de mayor magnitud: estamos estancados en la lucha contra la pobreza desde mediados de lo que va de este siglo ya que hoy tenemos más pobreza relativa y absoluta que hace seis años atrás.
Podemos distinguir hoy tres fases en la lucha contra la pobreza. Entre 1990 y 1996 la pobreza y la indigencia cayeron aceleradamente en nuestro país, luego, entre 1996 y 2003 la pobreza cae más lento y la indigencia prácticamente se mantiene, aunque baja también este último año.
La mantención de la indigencia y la menor baja de la pobreza llevaron a los gobiernos de Frei y Lagos a impulsar Programas importantes para enfrentar esta dimensión de nuestra sociedad: Chile Barrio, Chile Solidario, AUGE, entre otros.
El 2006 tuvimos el mejor resultado en reducción de pobreza hasta ahora (13,7%), pero desde entonces se ha estancado, lo que es una mala noticia en general. Es cierto que esta vez se redujo la indigencia, lo que es bueno por cierto, pero esos indigentes pasaron a ser pobres y, si analizamos las cifras en detalle, pobres muy vulnerables.
Más, la CASEN también se usa para analizar la distribución de los ingresos, y el gobierno ha señalado que ésta ha mejorado entre 2009 y 2011, lo que ha despertado suspicacias respecto de si la información está bien producida o no. Creo que en este punto es razonable sostener una duda fundamentada en la metodología, que se ve respaldada por las cifras publicadas recientemente.
El asunto es el siguiente. La CASEN, con su importante muestra, permite detectar con bastante exactitud las condiciones de la población pobre, incluidos sus ingresos, más no lo hace igual con los ricos, tanto por las características de la muestra como por la reticencia de esta parte de la población a responder consultas que reflejan su exacta condición material. Esto determina que cada vez que se realiza una Encuesta se le solicite a CEPAL que realice un ajuste de las cifras de ingresos a partir de información sobre producción efectiva que entrega el Banco Central, estableciendo un monto que se imputa a los ingresos de las familias siguiendo una metodología razonable.
El examen de los datos ajustados entregados por el ministerio de Desarrollo Social nos dice que los nueve primero deciles de ingreso, es decir el 90% más pobre de los hogares, aumentó de manera absoluta sus ingresos entre 2009 y 2011, y que el décimo decil, es decir el decil más rico, disminuyó de manera absoluta sus ingresos.
Esto es difícil de creer en un contexto económico en que la economía ha crecido y no ha habido cambios estructurales significativos. Tampoco es lo que el buen juicio y la información disponible sobre la evolución de los ingresos nos señala. Por lo demás es primera vez que esto ocurre.
Pienso que esa reducción de los ingreso absolutos de los más ricos no es real, y por lo tanto estamos ante una duda razonable sobre los resultados que se puedan deducir a partir de esta información, y que esta reducción aparente se debe a defectos metodológicos en la toma de antecedentes, en la asignación de esa brecha de ingresos que he señalado, o en la estimación del producto, o a un efecto conjunto de ellos, que nos obliga a relativizar los resultados.
Es lógico que ante una reducción de la pobreza y de la indigencia, principalmente motivada por la universalización de la Pensión Básica, hubiera una mejora en los indicadores distributivos de razones (10/10 principalmente), ya que un pequeño cambio en los ingresos de los más pobres hace crecer el denominador del indicador demostrando una reducción en la desigualdad.
Pero las mejoras que presentan los indicadores que se han publicado vienen más afectadas por la reducción absoluta del ingreso de los más ricos que por este efecto en los ingresos de los más pobres.
Si no hay una explicación racional, como la Pensión Básica y los mayores empleos para explicar los menores ingresos de los más pobres, para explicar la caída de los ingresos absolutos de los más ricos, entonces la duda sobre el resultado de distribución del ingreso de la CASEN 2011 es más que razonable.