Se ha hecho una costumbre hablar sobre el futuro del desarrollo energético de nuestro país, basado en lugares comunes, información desactualizada, omitiendo los nuevos estudios y variables relevantes.
Efectivamente en Chile, durante un largo tiempo el crecimiento de la demanda energética estaba acoplado al crecimiento económico.
La buena noticia es que desde hace cinco años venimos observando un paulatino desacople, es decir el PIB está creciendo más rápido que el aumento de la demanda; por otra parte, el aumento de los precios de los combustibles, en un factor de más de tres veces en el mismo periodo, reduce la demanda de energía, al igual que los cambios tecnológicos que han permitido una mayor eficiencia energética.
Las proyecciones de diversos especialistas -entre ellos Bloomberg New Energy Finance; Valgesta Energía; Roberto Román, profesor de la Universidad de Chile, y Douglass Sims, abogado y experto en financiamiento de proyectos energéticos de la Universidad de Harvard- plantean que para el SIC y el SING, el aumento de demanda estará en torno al 4% anual o menos, lo que implica que para “duplicar” la demanda deben pasar al menos entre 15 a 17 años.
De hecho, para que la demanda energética se duplique cada diez años -al 2023-, como se ha planteado por las autoridades de este gobierno, esta debería crecer 7,1% al año.
Sin embargo, la realidad muestra algo diferente; si bien el SIC más el SING creció a una tasa promedio del 6,7% anual entre el 1993 y 2010, el crecimiento no es equivalente.Mientras el SING lo hizo al 22%, el SIC solo al 5,7% anual: este último es el más relevante en términos globales de la demanda.
La otra buena noticia es que desde Taltal al sur existen más fuentes de generación energéticas que, sumadas al aporte de las ERNC, pueden responder a las necesidades nacionales, y particularmente a las regionales. Por ello es que la Comisión de Minería y Energía del Senado, transversalmente, aprobó la iniciativa legislativa conocida como 20/20, que plantea que al año 2020 nuestra matriz energética sea provista al menos por un 20% de ERNC.
Esto es mirar el futuro y ser consecuente con lo que pensamos es mejor para el país.
Así se lo hemos hecho ver al ministro de Energía, de quien aún esperamos una respuesta para apoyar este proyecto. Asimismo le manifestamos nuestra disposición y voluntad para que de manera conjunta y transparentemente realicemos un diagnóstico sobre la situación energética de nuestro país, borremos mitos y evitemos imprecisiones.
Una incorporación masiva de la Eficiencia Energética (EE) como política de Estado, permitiría reducir aún más el consumo de los grandes proyectos de inversión y también del consumo doméstico. Para esto la Comisión Ciudadana Técnica Parlamentaria (CCTP) ha realizado propuestas concretas, considerando que la EE es la fuente energética de menor costo, más limpia, renovable y que aporta más a la confiabilidad del sistema eléctrico chileno.
Actualmente, el Plan Nacional de Acción de EE estima potenciales de mejoramiento del orden de 15% al 2020 (equivalente a 2600 MW) y 20% al 2025, por lo que nuestra propuesta es que se dé cumplimiento a este plan por parte de los actores públicos y privados. También es necesario dar carácter de agencia pública a la Agencia Chilena de EE y aprobar una ley que desacople las ventas de las utilidades de las distribuidoras eléctricas.
En el corto plazo hay que establecer estándares de EE para las industrias energo-intensivas (IEE) como la minería y la gran industria (ISO 50.001). También reimpulsar el programa de etiquetado, asociado a la aplicación de estándares mínimos, como la prohibición de incandescentes.
Asimismo, reforzar e instalar instancias certificadoras y de fiscalización de equipos e instalaciones usuarias de energía; imponer el uso -en las construcciones públicas licitadas por el MOP- de la metodología del costo del ciclo de vida; establecer programas de capacitación para el uso, diseño, construcción e instalación de edificaciones y equipos usuarios de energía; y adecuar los mecanismos de financiamiento de las inversiones en EE.
Si mantenemos la mirada puesta en el pasado del sistema energético, sin reconocer los avances tecnológicos y las posibilidades que nos otorga la política para enfrentar en forma inteligente la demanda energética futura, seguiremos creyendo en los “lugares comunes” y afirmaciones que alguna vez fueron ciertas, pero que hoy con decisión y voluntad de todos, podemos cambiar.