Desde que el Estado dejó de ser el principal actor de nuestra economía, los “economistas” públicos pasaron a ser simples econometristas. No fueron más economistas. No pudieron elegir entre mantequilla y cañones como define a los economistas el ABC de la economía.
Todos los ministros de Economía y de Hacienda de Pinochet fueron representantes en el Estado nacional del capital financiero y los grandes empresarios (que se apoderaron del país) y se dedicaron a medir –en base a informaciones llegadas principalmente desde el exterior- cuánto decrecía o crecía el Producto Interno Bruto chileno.
Un economista es el que aplica los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales. Un economista público maneja la economía.
Un econometrista o econométrico es quien aplica sólo parte de la teoría económica, aquella que maneja las técnicas matemáticas y estadísticas. Un econometrista mide la economía y saca conclusiones para seguir midiéndola.
Büchi, y después los destacados “economistas” de la Concertación, Foxley, Aninat, Eyzaguirre y Velasco, fueron bien ubicados econometristas.
Los economistas del prestigioso Banco Central, por su lado, pasaron a ser econometristas del banco, limitados sólo a aquello que tenía que ver con la inflación, para fijar tal o cual tasa de interés con el fin de que la inflación no se escapara más allá del 4 por ciento.
En los tiempos actuales, una economía que tiene una cesantía del 6 por ciento de los que buscaron trabajo en la última semana es una economía con “pleno empleo”, y una que tenga una inflación del 4 por ciento es una economía que no tiene inflación. ¡Cómo ha cambiado el mundo con el nuevo dominio!
Se acabaron los Gustavo Ross de Arturo Alesandri, los Wachholtz de Pedro Aguirre Cerda, los Jorge Ahumada de Eduardo Frei Montalva y los Pedro Vuskovic de Salvador Allende.Esos tenían que ser economistas porque de sus decisiones dependía directamente hasta el 80 por ciento de nuestra economía y el conjunto de la estructura en que vivíamos los chilenos.
Los ministros de Hacienda y Economía de la dictadura, de la Concertación y los actuales ministros de esos ramos se limitan – no tienen otra- a la econometría y, si son habladores, a la opinología. Miden y opinan, no son economistas. No planifican y si planifican no influyen en un mundo económico que no manejan, que no tienen cómo manejar y que no les importa no manejar.
En los años 70 los que empezaron a empujar el crecimiento o decrecimiento de Chile pasaron a ser, en primer lugar, los dueños de las grandes empresas del cobre y, paulatinamente, los que se apropiaron de los servicios públicos y hasta del agua.
Ellos son el alma de “el mercado”, esa energía del más allá de la ciencia, sin control humano que, como el Destino, el Espíritu Santo o el azar, sopla y empuja nuestras pequeñas vidas inertes en medio de la sociedad. Ese sino cruel, según Aylwin.
Como lo creado después del golpe de Estado fue una “economía abierta” en el capitalismo transnacional, que durante un tiempo dominó la mitad del mundo y después del 90 la otra mitad también, quien determina, en primerísimo lugar, el crecimiento o decrecimiento de nuestro PIB es el capitalismo transnacional.
Bastaba que nuestros econometristas – en este caso el Sr.Larraín, el Sr. Fontaine y el Sr.Longueira- hubiesen estudiado en un par de horas las proyecciones que hacían de nuestra economía los economistas transnacionales para saber qué sucedería, en lo grueso, con sus escritorios y nuestro paisito en los cuatro años que duraría el gobierno de Piñera.
El Mercurio de 6 de julio de 2010, sólo cuatro meses después que Piñera llegara a La Moneda, publicó un mail que le envié y que decía mi pronóstico, concluido después de… revisar presagios de los especialistas internacionales.
Eran los meses en que el Presidente, sus ministros y acólitos anunciaban que Chile, bajo su gobierno y, se entiende, gracias a él, estaba creciendo ya en el orden del 10 por ciento y crecería, como se había anunciado en la campaña, entre el 6 y el 7 por ciento en el período.
Estaba debilitándose la crisis que también golpeó a Chile y China seguía demandando nuestro cobre.
Decía mi nota publicada por El Mercurio: “Vivimos inmersos en el capitalismo globalizado. Las fuerzas que más influyen en el crecimiento o no de la economía chilena están fuera de Chile. Ellas han calculado, hace rato, alrededor de un 4,5 % para 2010, un 6% para 2011, un 4% para 2012 y un 4% para 2013. No habrá crecimiento del 6% con Piñera. Eso lo sabe él, que es un experto en bolsas.” Firma “Ismael Llona M. 6/Julio/2010/ a las 09,54 AM CLT.”
Por un día fui un econometrista aficionado.
En 2010 crecimos alrededor de un 4,5. En 2011 alrededor de 6. Este año creceremos en el orden del 4 por ciento (para ¡sorpresa! del ministro Larraín, que le echa la culpa a Grecia) y el próximo año lo haremos en ese mismo orden.