Hace 52 años, uno de los grandes senadores que ha tenido el Parlamento de Chile, mi camarada Radomiro Tomic, pronunció un discurso clave en la historia de nuestro país, titulado “El Cobre es nuestro”.
Tomic señaló: “¿Quiénes y cómo están matando a ‘la gallina de los huevos de oro’? Ya pagamos un amargo precio en la enajenación del salitre, que pudo haber hecho de Chile la primera nación industrial de América Latina si el país hubiese dado respaldo a la genial previsión de Balmaceda. Un precio tal vez mayor hemos pagado y seguimos pagando desde hace algunos decenios, por la inexplicable deserción del Estado de Chile en la formulación y manejo de una ‘política chilena del cobre’”.
Se argumenta que es necesario “no matar la gallina de los huevos de oro”, pretendiéndose con esto que la mejor manera que el país tiene de aprovechar sus materias primas es entregarlas, sin más condiciones que el impuesto a las utilidades, a las inversiones privadas extranjeras y a los mercados extranjeros bajo control de otros gobiernos que no son el chileno.
Así fue ayer con el salitre; así es ahora con el cobre. Pero la experiencia del salitre debe enseñar a cada chileno que “la gallina de los huevos de oro” no fue degollada por la intervención del interés público en la industria salitrera, sino por su ausencia.No es un tema menor, porque el cobre financia en la actualidad más del 20% del gasto público.
En su discurso del año 1961 y para justificar la creación de CODELCO, Tomic dijo: “En sustancia, lo que podemos llamar la ‘filosofía’ de la política del cobre que proponemos, nace de una afirmación categórica: cada nación tiene derecho a vivir de las riquezas naturales con que fue dotada por la Providencia”.
Hoy agregamos a estas palabras que este aprovechamiento debemos hacerlo de manera sustentable no sólo con el cobre, sino que también, y con mayor razón aún, con el nuevo “chiche” minero, que es el litio.
¿Es el litio un mineral estratégico para nuestro país y el mundo?
El ex ministro de minería Laurence Golborne afirmó que esta industria no debería ser vista como estratégica, considerando su reducido tamaño (La Tercera 19/07/10).Sostuvo además que la reserva del litio a favor del Estado data desde fines de los años 70 y que hoy es la única sustancia mineral que mantiene tal condición. También aseguró que la ciencia ha avanzado en el estudio d e nuevas aplicaciones para el litio, dejando atrás las viejas aprensiones y que, por tanto, promoverá una reforma a la Ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras en el sentido de liberar la exploración.
Ciertamente la posición del ministro Golborne no la comparto.
Debemos tener la altura de miras para discutir y acordar una “Política chilena del litio”, de largo plazo, que refleje los aprendizajes que Chile ha tenido con su historia salitrera y cuprífera.
Como mi camarada Tomic, frente a las palabras del ministro Golborne, debemos entender que la historia debería enseñar a cada chileno que “la gallina de los huevos de oro” no fue degollada por la intervención del interés público en la industria salitrera, sino por su ausencia.
Por ello debemos estar a la altura de lo que el país y su historia nos demanda. Invito a Gobierno y Oposición, a las Universidades, Centros de Estudio, Especialistas, Organizaciones No Gubernamentales, Académicos, Organizaciones sindicales, gremiales, ciudadanas, a discutir una Política chilena del litio, de largo plazo, que asegure el mejor interés de las chilenas y chilenos de ésta y las futuras generaciones.
En una de las sesiones de la Comisión escuchamos las palabras del Consejero de la Comisión Chilena de Energía Nuclear, General de Ejército (R) Sr. Julio Baeza Von Bohlen, quien señaaló que “el litio podría convertir a Chile en una de estas potencias tecnológicas. Pero, para ello, se requiere una serie de condiciones que el país debe adoptar. Tal vez las más importantes son la voluntad y la decisión del Estado de seguir considerándolo como un material estratégico… Por lo tanto, permitir las concesiones del litio es una decisión que deberá analizarse seriamente en el mérito de lo que el Estado de Chile realmente quiera proyectarse en esta materia y no perder la oportunidad de ser un líder, en este caso, del cuidado de nuestro planeta”.
Por todas estas consideraciones es que rechazo enérgicamente la decisión inconsulta del Gobierno, que en medio del periodo del receso parlamentario, inició un conjunto de procesos de licitación de Contratos Especiales de Operación de Litio.
Tengo la profunda convicción, tal como lo dijo el gran Radomiro, que “cada nación tiene derecho a vivir de las riquezas naturales con que fue dotada por la Providencia”. Nuestro deber político es movilizar a toda nuestra nación en torno a una “Política chilena del litio”, nacional, sustentable y de futuro.