La Educación chilena está en una profunda crisis, que tiene expresiones estructurales.
Unos pocos entienden la educación como un “bien de consumo”, asimilándolo a una camisa, o a una manzana o en el mejor de los casos a una película, y una gran mayoría entiende hoy a la educación como un Derecho.
Mientras la mayor parte de la educación escolar está en el sistema municipalizado con un déficit permanente y muy malos resultados, la mayor parte de la educación superior está en manos privadas, con grandes utilidades en el caso de las Universidades Privadas y también con muy malos resultados en el ámbito académico.
La formación básica y media es en general muy pobre, los muchachos al egresar de la enseñanza media lo hacen con muy pocas competencias para enfrentar el mundo laboral y, si deciden seguir a la Educación Superior tienen que disponerse a un endeudamiento millonario, para, al final de los estudios, enfrentar la incertidumbre de si encontrarán trabajo en lo que estudiaron.
Los estudiantes, en un 80%, serán o trabajadores o pequeños empresarios (la gran empresa emplea solo al 20% de los ocupados)
Los trabajadores por su parte (padres de esos niños), sufren en nuestro país una doble discriminación y exclusión.
Por una parte más del 7% de los trabajadores está permanentemente sin trabajo, tasa que ya es crónica y que difícilmente puede bajarse sin cambios de verdad profundos en el modelo económico, y debe vivir de la caridad y/o de los subsidios a la extrema pobreza.
De los trabajadores “con trabajo”, alrededor de un 10%, es decir unas 700.000 personas están subempleadas, trabajando entre una y veinte horas al mes , obteniendo ingresos muy menores a los que necesitan para vivir.
1.600.000 o sea más de un 21% se desempeña como “trabajador por cuenta propia” o microempresario, con ingresos inestables, larguísimas jornadas de trabajo, sin previsión, sin salud, y muchos de ellos, más o menos 800.000, en la informalidad, sujetos a la persecución municipal, de Impuestos Internos y de carabineros.
450.000 “empleados” son micro o pequeños empresarios y familiares no remunerados.
Por último, cerca de un 45% de los que trabajan lo hacen en micro, pequeñas y medianas empresas las que, por lo magro de sus producciones, las dificultades de acceso al mercado y al financiamiento y sus malos resultados pagan sueldos menores a los necesarios para que los trabajadores tengan una buena calidad de vida.
Solo un 20% de la fuerza de trabajo, los trabajadores de la Gran Empresa tienen trabajos relativamente estables, contratos, cierta estabilidad y salarios un poco mejores.
Los pequeños empresarios a su vez, padres de estudiantes y empleadores de trabajadores son el tercer grupo de los grandes excluidos de las ventajas del “desarrollo” alcanzado con el actual modelo económico.
Su posibilidad de generar ingresos depende de los resultados de sus empresas, y para ello, lo primero es la capacidad para vender buenos productos o servicios, a precios competitivos y en cantidades adecuadas.
Esto les es muy difícil porque la mayoría de los mercados importantes están altamente concentrados y las empresas grandes fijan los precios de venta de productos y de compras de los insumos, la banca no da acceso al financiamiento a la mayoría de las empresas pequeñas y cuando lo hace es a costos usurarios, y por último las pequeñas empresas no acceden en general a la información, ni la tecnología, ni al conocimiento.
Para terminar, tenemos que señalar que los estudiantes, son mayoritariamente hijos de trabajadores y de micro y pequeños empresarios, es decir el drama de los estudiantes también es el de los trabajadores y de los dueños de las empresas de menor tamaño.
Las deudas de los niños son deudas de los trabajadores y de pequeños empresarios, los dolores de los muchachos son dolores también de los trabajadores y de los pequeños empresarios, pero, también las esperanzas y las luchas de los muchachos son las esperanzas y las luchas del mundo del trabajo y de la pequeña empresa.