En el primer semestre de 2011, las Isapres lograron utilidades por más de 45.000 millones de pesos.
En el mismo período, el Servicio de Cooperación Técnica Sercotec, asignó 270 millones de un fondo de 6.200, a subsidios con los que espera “impulsar el “fortalecimiento” de cerca de 3 mil micro y pequeñas empresas.
Es decir, sólo en 6 meses menos de 10 Isapres tuvieron ganancias cercanas a 9 veces el presupuesto anual de Sercotec, el que se distribuye a miles de emprendimientos.
Las utilidades superaron un 70% en relación a 2010.
En primer lugar se ubica Cruz Blanca con $ 10.000 millones; seguida por Banmédica, con $ 9.500; Colmena, $ 8.900; Consalud, con $ 8.600; Vida Tres $ 4.500 y MásVida con $ 3.400 millones, respectivamente.
Sin embargo, es importante tener presente que el Estado de Resultados de la Superintendencia de Salud, no indica que las utilidades de las Isapres probablemente se hayan generado a través de empresas relacionadas (así como las universidades privadas y el retail, que pagan arriendos millonarios a empresas ligadas por el uso de los inmuebles)
Según las Isapres, el alza se explica por el aumento de usuarios que se incorporaron al sistema y el reajuste en los precios de las Patologías Auge, realizados en julio de 2010, debido a que la población no utilizó en forma significativa este beneficio, lo que permitió ampliar las arcas de estas instituciones de salud previsional.
No contentas con lo anterior, las Isapres subirán sus precios este año en promedio entre un 4,5% y un 19,8%: Consalud 4,5%; Masvida 5,5%; Colmena 5,9%; Banmédica 6,4%; Vida Tres 6,6%; Cruz Blanca 6,9% y Ferrosalud 19,8%.
Considerando que las utilidades de la Isapres fueron consideradas históricas, es muy grave que el ministro de Salud, Jaime Mañalich, asegure: “que no se puede hacer nada, que están con las manos atadas”.
Tal es la trascendencia de su afirmación, porque intenta desconocer que la población está consciente que el Estado Chileno ha traspasado de manera sostenida al sector privado gran parte de sus servicios y recursos, lo que obviamente afecta la calidad de las prestaciones a usuarios más vulnerables.
Esta realidad afecta directamente a las pymes. Al proceso de privatización de la salud, se suma la creciente dependencia de las Isapres, los bajos ingresos y su variabilidad, lo que nos impide cotizar en forma regular en el sistema previsional y de salud, y nos deja fuera de los seguros que se ofrecen.
Existe unanimidad que no sólo se debe establecer cambios radicales en la educación, también la salud requiere de transformaciones que faciliten el acceso a prestaciones oportunas y de calidad.
Ambos derechos son condiciones necesarias para avanzar a la construcción de una sociedad de bienestar. Para lograrlo, es fundamental que empecemos a discutir qué sistema de salud queremos y necesitamos como país.
Debemos debatir si la salud es un bien de consumo o un derecho.
Nuestra reflexión debe orientarse hacia el rol que le compete al Estado, al financiamiento, las políticas públicas de salud que incorporen la prevención, las nuevas patologías y las enfermedades catastróficas, como los distintos cánceres y la obesidad entre otras, que generalmente son rechazadas por las Isapres.