Y en Chile seguimos luchando contra el lucro excesivo.
Necesitamos ser muy, pero muy perseverantes y propositivos, porque éste permea todos los sectores del quehacer de la sociedad chilena.
Y en esto Chile no es una excepción, lastimosamente es uno más del montón, porque este patrón está hoy casi totalmente globalizado.
En Chile el lucro excesivo está en la educación, en la salud, en la energía, la minería, el agua potable, la telefonía, las concesiones viales, la gasolina, el retail, los fármacos…
El sistema imperante heredado desde la dictadura ha generado uno de los países más caros, en relación a las remuneraciones, y una de las sociedades más desiguales del mundo. Pura y dura realidad.
El gran problema es que por el momento nada de esto está realmente cambiando.
Con razón la furia, la indignación y el remezón social que estamos viviendo.
Con los estudiantes hemos logrado la condena social del lucro en la educación, y veremos cuál es el desenlace de esta épica histórica, pero poco se dice y poco se mueve en relación a condenar y terminar con el lucro en todos los otros sectores mencionados.
Al contrario, si observamos el comportamiento de los tres clanes familiares –Angelini, Luksic, Matte- que dominan los pilares estratégicos de la economía primaria y neocolonial chilena descubrimos con asombro que al medio de todas las crisis éstos no paran de crecer.
El clan Luksic ha llegado a controlar un número impresionante de empresas líderes en áreas tan variadas como minería (Pelambres, El Tesoro, Michilla, Esperanza); industria (Madeco); construcción (Habitaria); finanzas (Banco Chile); transporte (Ferrocarril Antofagasta/Bolivia); alimentos (Calaf, CCU, Kunstmann, Austral, Viña San Pedro Tarapacá, Cia. Pisquera de Chile); y comunicaciones (Entel).
Recientemente, el clan compra, con total soltura de cuerpo, el 18% de la Compañía Sudamericana de Vapores, el 67% de Canal 13, todas las estaciones Shell de Chile y luego todas las de Argentina. ¡Uau!
El grupo Angelini muestra un despliegue similar.
En el sector forestal con Celulosa Arauco y Constitución; en combustibles con Copec, Sonacol (mayor operador de oleoductos de chile), Abastible y MetroGas; en el sector pesquero con Corpesca, Serenor, y SPK; en el sector eléctrico con 9,5% de Colbún y 25% de Guacolda; participa en los puertos Lirquén y Coronel; en el sector minería con Can Can, Choquelimpe, Portezuelo, Teresita; y en tecnología de la información con Sigma, Olidata y Prego.
El clan Matte sigue, con importante control o participación en CMPC, Colbún, Puerto Lirquén, Compañía El Volcán, Molymet, Copec, Entel, y el control casi total de BiceCorp.
El lucro excesivo permite el crecimiento sostenido y desmedido de estos grupos familiares/económicos.
Aquí hay un claro problema de vasos comunicantes, que resulta en que lo que ‘sobra’ en uno falta en el otro.
O sea, mientras unos individuos y clanes, y no hay nada personal en esto sino datos de la causa, se enriquecen a niveles insólitos, ‘imperiales’, la gran mayoría de los chilenos y chilenas nos empobrecemos (materialmente) a niveles angustiantes, y el medio ambiente se deshace.
El capitalismo salvaje, ultra-neoliberal, legalizado e institucionalizado en Chile, literalmente ‘desata’ a las corporaciones para que su naturaleza depredadora se despliegue sin limitaciones.
Y su depredación es multidimensional: depreda cultura, espiritualidad, tejido social, calidad de vida en su expresión más amplia… depreda naturaleza, ecosistemas, especies, biodiversidad, clima… la estabilidad y calidad del ser mismo de la biosfera. Pura entropía.
En Chile se legalizó e institucionalizó la ideología y la práctica de transformar los servicios públicos en negocios privados abusivos, ultra rentables, y nuestra constitución y leyes permiten que reine el interés privado corporativo muy por encima del interés público y la integridad ambiental, sin la cual no hay aire, agua, alimentos, ni calidad de vida… ni supervivencia.
Es de esperar que el movimiento social que bulle en nuestro país continúe hasta que revirtamos todo esto, hasta que disolvamos monopolios, oligopolios y grupos económicos feudales que nos asfixian, hasta que se restaure la equidad social y la sustentabilidad ambiental, y florezca ése otro Chile que es absolutamente posible, y que está impacientemente esperándonos.