La letanía actualmente imperante en el debate público concluye tajantemente que la existencia del lucro en la provisión de bienes educacionales incide negativamente en su dimensión de calidad y equidad.
Discrepo de esta postura puesto que descarta por completo que la competencia (impulsada por el lucro) puede ser un mecanismo muy efectivo de control de la gestión de los servicios o bienes educacionales.
Esta postura desprecia profundamente la libertad de las personas y su capacidad para auto determinar su futuro mediante la discrecionalidad.
En efecto, existe evidencia conclusiva en la literatura económica (J. LeGrand) y en la de filosofía política (A. Sen) en el sentido de confirmar que la libertad de elección de los usuarios de sistemas públicos de provisión de bienes preferentes (como el de educación) puede ser un mecanismo muy eficaz para asegurar tanto la equidad como la eficiencia.
Es más, la libertad de elección ha sido considerada como algo intrínsecamente deseable por gobiernos de centro izquierda como el de Tony Blair.
En el Reino Unido se optó por la libertad de elección (choice) de los usuarios como mecanismo de control porque la misma promueve tanto la equidad mediante el aumento de oportunidades para la demanda de los más vulnerables, como también genera incentivos correctivos para los proveedores de servicios educacionales, quienes en definitiva optan por ofrecer servicios de mejor calidad y con mayor capacidad de respuesta.
Ello con el fin de evitar que sus usuarios o clientes emigren a otros establecimientos educacionales y dejar de recibir insumos financieros como consecuencia de dicha emigración.
En este sentido, en el Reino Unido se optó por restringir relativamente la discrecionalidad de los proveedores de la educación más no de sus usuarios.
Obviamente que el mercado de la educación tiene su propia especificidad y posee asimetrías de información que generan fallas.
Sin embargo, cobra importancia reconocer que solamente garantizaremos la calidad de educación en la medida que junto con el lucro, la competencia y la libertad de elección, seamos capaces de asegurar que los más desposeídos puedan en definitiva acceder a información fidedigna para efectos de sustentar adecuadamente sus elecciones dentro de un contexto de competencia real donde el espacio para la segmentación arbitraria en la educación por el lado de la oferta se encuentre reducida al máximo.
Nadie puede desconocer que todas las propuestas que ha ofrecido el gobierno buscan asegurar la calidad de la educación y la equidad en su acceso, como asimismo aminorar las fallas del mercado de la educación.
Por lo que aceptar el lucro, recurrir a la competencia y a la libertad de elegir de los ciudadanos no implica para nada renunciar a una educación mejor, sino que todo lo contrario.