Pese a las disculpas, estupor ha generado en el mundo pesquero nacional las declaraciones vertidas en Rusia por Alexis Humala, hermano del presidente electo peruano Ollanta Humala, sobre una posible negociación para que buques pesqueros rusos puedan operar en las aguas del Pacífico Sur. La información daba cuenta del interés ruso de ingresar a operar en el mar peruano.
Afortunadamente, la Viceministra de Pesquería de nuestro vecino país, María Isabel Talledo, rápidamente aclaró que la posibilidad de que buques rusos hicieran uso de los recursos peruanos era remota, siendo que la mayoría de las pesquerías del Perú –anchoveta, jurel, merluza y caballa- están plenamente explotadas.
Añadió la personera de Gobierno que sólo en caso de existir excedentes se podría permitir el acceso a los recursos a barcos de bandera extranjera, y esto tras la presentación de un informe del instituto Marítimo Peruano señalando que efectivamente ese recurso existe en abundancia.
El mensaje detrás de las declaraciones del Gobierno peruano es que se pensaría en abrir los recursos pesqueros peruanos a industrias internacionales sólo y exclusivamente en caso que no haya excedentes pesqueros que puedan ser capturados por barcos peruanos.
Automáticamente se llega a la siguiente conclusión: Perú no está dispuesto a que otros países vengan a explotar sus recursos mientras haya peruanos con posibilidad real de hacerlo y que si no hay excedentes, ¡no se pueden negociar las cuotas a extranjeros de ninguna forma!
En Chile, sin embargo, la discusión sobre el futuro de la pesca parece sacada del mundo de “Ripley”.
Al igual que en Perú, las principales pesquerías chilenas están decretadas en plena explotación desde hace años. Sin embargo, el Gobierno quiere licitar parte de las cuotas de estas especies, abriendo la posibilidad a que extranjeros entren a operar en nuestras aguas.
Considerando que una posible licitación en la pesca tendría que cumplir con las reglas acordadas en los Tratados de Libre Comercio firmados por Chile (que no permiten licitaciones “cerradas”) y dado que la condición que señala que la embarcación que opere en aguas nacionales debe ser en un 51% de propiedad chilena, en realidad no es limitación para una empresa extranjera, las licitaciones son una clara invitación a que nuestros recursos pesqueros se internacionalicen.
De paso, el Gobierno le estaría cerrando la puerta a una industria chilena que lleva años invirtiendo y desarrollando verdaderas ciudades en torno a la pesca.
¿Y todo para qué?, ¿para compartir nuestros recursos con la industria foránea, que no aporta al PIB y que posiblemente no dará empleo a la clase trabajadora chilena?
Esto es justamente lo que Perú no está dispuesto a hacer con Rusia.
¡Si tan sólo el Ministerio de Economía de nuestro país tuviera el mismo recelo por los recursos chilenos como lo tiene Perú! Afortunadamente, aún hay tiempo para que el Gobierno rectifique este grave error.