Esta pregunta me fue formulada por una revista de Washington que sigue los asuntos latinoamericanos. Así respondí:
Nunca pensé que el deterioro del gobierno sería tan rápido. Su alta popularidad durante el rescate de los mineros, septiembre 2010, se esfumó, y Piñera sufre la mayor desaprobación registrada desde 1990. Paradojalmente, ello ocurre en medio de una favorable situación económica.
¿Cuáles son las causas? La principal es estructural. Durante los 20 años de la Concertación hubo una expansión de la conciencia ciudadana, de los derechos, mayor educación y creciente demanda por participar.
La institucionalidad democrática cambió poco, el sistema electoral es excluyente, existen escasos espacios de participación. La derecha fue y es contraria a su cambio. Este desbalance entre aspiraciones participativas y estrechez institucional genera una creciente asfixia democrática, daña la política y a todos los partidos, de gobierno y oposición. Tres causas adicionales explican el deterioro del gobierno.
Primero, ha sido poco eficiente, el presidente concentra prácticamente todas las decisiones, otorga poca autonomía a sus ministros, el gabinete tiene un talante empresarial y de escasa práctica política. No es lo mismo manejar una empresa que un gobierno.
Segundo, ha perdido credibilidad. Generó altas expectativas, con anuncios exagerados, y resultados modestos. Además, ha contribuido a confundir intereses públicos y negocios privados, creando desconfianza. La gente se siente desprotegida ante las empresas y pide más control del Estado.
Tercero, la coalición de gobierno esta trizada. El mayor partido, Unión Demócrata Independiente (UDI), más ligado a la tradición pinochetista, siente que Piñera sigue una línea cercana a los gobiernos de la Concertación, distinta de la derecha tradicional, lo acusa de no tener “relato” (narrative) y critica algunas de sus iniciativas.
Se ha creado un malestar general que ha engrosado las movilizaciones sociales.