El día lunes muy temprano llegaban informaciones relacionadas con la Polar partiendo con la renuncia de Heriberto Urzúa a la presidencia de esta compañía, siendo reemplazado por Cesar Barros, hombre ancla en el proceso débil en la industria salmonera años atrás.
Su renuncia, da respuesta a la opinión de muchos, en cuanto a que el directorio y la auditora externa, tenían la responsabilidad de evitar que ocurriera un escándalo financiero como el que se destapó. Con algunos antecedentes, observamos que hay otros actores y normativas vigentes del sistema, responsables.
Algo falló y todas las autoridades, los inversionistas, los intermediarios, intentan descifrar qué fue. Quién o quiénes fueron responsables del riesgo de no pago por créditos a sus clientes que podría superar los US$ 400 millones. El caso de la Polar puede ser la punta del iceberg en el sistema crediticio de retail y casas comerciales.
Un ejecutivo al ser invitado a la comisión investigadora de la Cámara de Diputados por este escándalo, declaró que otras empresas del sector como La Polar tienen otra figura de negocio y están ajenas del organismo fiscalizador, la Superintendencia de Valores y Seguros. Las empresas: “Corona y Casa Hites”.
Entonces en busca del origen de la falla, debemos ser honestos y mirar la otra cara de la moneda, las normas vigentes y el trabajo por parte de los organismos estatales fiscalizadores, que también deben asumir su cuota de responsabilidad por la poca prolijidad en su fiscalización.
Muchos comentan y con razón que esta practica aplicada por parte de la Polar, han dañado a los estamentos de la sociedad más frágiles, gente de menores ingresos. Número de una población aspiracional en su justo derecho, pero con rasgos de pagadores deficientes.
Traigo a la memoria la crisis vivida hace un tiempo en Estados Unidos y el sector habitacional, llamada crisis subprime. Fue el propio Presidente Bill Clinton quien instó a bajar la calificación de las personas que optaban para tener su casa propia.
En Chile el cuidado de un buen sector crediticio, pasa por el conocimiento y las evaluaciones de las personas, que necesitan el crédito y su riesgo de pago.
El tema real fue que La Polar renegoció de manera unilateral muchos créditos morosos, de personas con las características mencionadas lo que abultó artificialmente su cartera vigente y dio una apariencia de sanidad a sus cifras. “El pecado fue la repactación automática”.
Lo cierto es que La Polar necesita tener un controlador, dado que el no contar con ello, caemos en el mismo problema que tuvieron Enron, Citi, Chrysler o GM, en los Estados Unidos, donde los ejecutivos manejaban las compañías. Con toda esta realidad, “acá se requiere el ingreso de un socio sólido y solvente”. La búsqueda de un grupo controlador.
Es una lástima lo sucedido, era el primer caso de control por mérito exitoso de Chile.
Una ex autoridad del Banco Central cree curioso que el directorio no haya visto al menos una luz amarilla ante el inusual aumento de los créditos y del monto promedio de la deuda de sus clientes, que más que duplica al resto de la industria.
José de Gregorio Presidente del Banco Central, en su evaluación nos habló de las confianzas y tiene razón dado que lo sucedido deja abierta una puerta para el día de mañana. Ser un país confiable a los inversionistas.
Los mecanismos de control en las empresas existen y naturalmente es responsabilidad de los directivos y ejecutivos el tomar las providencias para que esos mecanismos operen. Pero también la autoridad debe asumir un rol más prolijo en la mirada, regulación y fiscalización de las diferentes áreas productivas que participan en nuestra economía.