23 dic 2014

Guantánamo

En distintos medios hemos escuchado la noticia que está generando gran polémica respecto a Guantánamo.

A propósito de esta situación hace algunos años fui invitado por la conferencia  Episcopal Cubana a dar un Seminario sobre las grandes Encíclicas Sociales de la Iglesia Católica. En esa oportunidad tuve como auditórium a magistrados, abogados, médicos, agentes pastorales, etc.

Alrededor de 100 personas debatimos sobre como servir mejor al mundo que se encuentra en privación de libertad, a objeto de ir preparándolos para una adecuada inserción social y familiar, al momento del egreso de los penales, cumplida la pena.

Me impresionó sobremanera cuando los presentes en el Seminario, me informaban sobre las torturas y atrocidades que se cometían. Recuerdo una en particular, por lo  terrorífica, cual era la de someter a un individuo a más de 40 grados bajo cero y acto seguido a 40 grados sobre cero.

En este contexto  me interesó visitar esa prisión, obviamente obtuve una respuesta negativa, ya que  desde luego, no se permitía hacerlo a observadores y  menos a extranjeros.

Se ha sabido ahora último  que algunos de los prisioneros nunca debieron haber sido encarcelados, pues no había motivo alguno para ello.

Si uno analiza cuidadosamente los estragos en los ámbitos humanos, psicológicos, espirituales y sociales que  provoca la privación de libertad y la enorme dificultad que significa para quien ha vivido estas experiencias, recuperar su entorno y adaptarse normalmente en la sociedad, aún más cuando se ha sido cruel, despiadado y atrozmente torturado. Si además  sumamos el hecho de la comprobación de inocencia, cuanto más daño y dolor  habrá significado para sus vidas.

En  este contexto es impensable que el Chile democrático, ante una situación de tipo humanitaria y que no tiene nada  que ver con política, no se disponga a recibir a  sufrientes, maltratados y esclavizados  con premura y voluntad, como ciudadano con todas las de la ley, acogiéndolos y brindándoles oportunidades a gente inocente que además han vivido experiencias indecibles, víctimas de mentiras de políticas terroristas, de países que se creen con el poder absoluto para manejar e influir a su arbitrio de manera aberrante a quienes no piensan como ellos.

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