Hoy es una fecha especial para todos quienes nos encontramos inmersos y trabajamos día a día en materias de infancia y adolescencia, ya que se conmemoran los 25 años de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Ratificada por 193 países, (tan sólo tres naciones en el mundo aún no lo han hecho: Somalia, Sudán del Sur y Estados Unidos) fue acogida por unanimidad en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989.
De acuerdo a Unicef, “la convención establece derechos para todas las personas menores de 18 años, independientemente de su etnia, religión, género, origen social o cualquier otra condición y es considerada la declaración más completa de los derechos del niño que jamás se haya realizado”.El hecho de que se trate de una “convención”, significa el compromiso y obligación de cada uno de los Estados que la integran en garantizar su cumplimiento.
Nuestro país firmó y se suscribió a dicho convenio el 26 de enero de 1990, luego se promulgó como ley de la República el 14 de agosto para entrar en vigencia el27 de septiembre del mismo año. A partir de entonces, nos transformamos en un Estado miembro de la convención, aceptando y acatando las disposiciones del primer tratado universal, jurídicamente vinculante y obligatorio sobre los derechos de niños, niñas y adolescentes.
El Servicio Nacional de Menores lleva 24 años gestionando su labor bajo la norma de los cuatro principios fundamentales que la rigen: la no discriminación del niño/a; velar por su interés superior; garantizar su derecho a la vida, supervivencia y desarrollo y promover su participación en las decisiones que los afecten.
De acuerdo a ello, seguimos con la tarea de sensibilizar y educar a la ciudadanía para que, en el corto o mediano plazo, podamos erradicar vulneraciones de derechos tan graves y reiteradas como el abuso sexual infantil, niños en situación de calle, explotación sexual comercial infantil, drogadicción, maltrato infantil, embarazo adolescente, trabajo infantil, discriminación educacional y social, entre otras.
Estas realidades –que se producen, en mayor o menor medida, en todos los países del mundo- menoscaban profundamente los derechos del niño/a y quebrantan uno por uno los postulados de la convención.
Aún necesitamos reformas y políticas de infancia por implementar, tanto en el ámbito jurídico como en la transformación cultural de una sociedad que contribuya, de forma expresa, al respeto y cumplimiento de los derechos de todos los niños/as y adolescentes en Chile.
Como Directora Nacional del Sename invito a la lectura, o al menos a la revisión de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, para que todo mayor de edad se reconozca a sí mismo como sujeto de responsabilidades.Tengo la impresión, una vez leída, que el principio fundamental en que se basa no está explícito, pero envuelve cada uno de sus artículos y se resume en algo así como: los adultos no tenemos el derecho de robar la infancia de nuestros niños y niñas.
El 2015 celebraremos los 25 años de la convención en nuestro país, con el anhelo de que sus premisas vayan concientizando el actuar de los chilenos en la puesta en práctica efectiva de estos derechos.