Ayer 29 de octubre la Comisión chilena de Derechos Humanos, rindió un homenaje a don Jaime Castillo Velasco al cumplirse 11 años de su muerte, en el Edificio del Senado en Santiago.
La Dictadura que Chile padeció desde 1973 hasta 1990 –la más larga y dura en 80 años- puso de manifiesto la violencia política y personal contra aquellos que se opusieron a ella y lucharon por el respeto a los DDHH de todos los chilenos y en todos los aspectos de su vida hasta transformar en realidad nuestra Canción Nacional al sostener nuestra vocación de Asilo Contra la Opresión.
Fue también un silencioso grito de “Nunca Más” a la violencia, la muerte, el extrañamiento, el desprecio por la vida y el abuso de poder, venga de donde venga.
Desde ese nefasto día la comisión de DDHH estuvo y está -en circunstancias distintas- transformada en el escudo de los agredidos, los que no pierden la esperanza y que por ello se justifica el reconocimiento sincero en estas líneas que surge de nuestro corazón.
Pero en la historia de los pueblos las ideas y los sueños y también las luchas reivindicativas, se expresan no sólo en sustituciones sino en personas que las dirigen, movilizan o respaldan con su ejemplo diario, con su voz de reclamo y su testimonio personal.
En este caso ésta persona es un hombre Demócrata Cristiano, amigo y camarada, pensador insigne y apóstol de la libertad con el que aprendimos que no se puede hablar sin testimonio personal desde la cuna hasta la muerte, con dureza pero sin violencia porque no se puede defender la democracia con los métodos del Dictador.
Ese fue Jaime Castillo Velasco cuyo nombre quedará en la Historia de Chile porque ya no pertenece a nuestro partido sino a todas y todos los chilenos. En su lenguaje pletórico de enseñanzas profundas pero sencillas y su trato humano que cautivaba, nos enseñó también que el perdón purifica al que lo recibe y también al que lo otorga.
Jaime no sólo fue un conductor, un filósofo, un político notable sino también un gozador de las cosas bellas y simples de la vida cotidiana, con sus amigos y amigas y un libro lleno de anécdotas.
En su única campaña a Senador por la Sexta Región, miraba sereno el curso de la candidatura pero una sonrisa socarrona aparecía llena de gozo e inocencia cuando su comando femenino le cantaba “oro, oro, oro Jaime es un tesoro”.
Que Dios lo tenga a su lado.