Todavía no se desvanece del todo el polvo y el aullido de los cazas F-16 israelíes (entregados por EE.UU.), que desolaron Gaza y dejaron a una población aún más sumida en el terror y la desesperanza, cuando las ambulancias y el personal médico comienzan su trabajo, después del bombardeo.
Ese silbido infernal que alerta del sobrevuelo rasante que hacen los poderosos aviones de combate, aun gatillan la memoria y nos acercan al dolor que hoy vive el pueblo palestino.
Claro, de bombardeos sabemos los chilenos. Y una y otra vez aparecen como colgados de las nubes los cazas británicos Hawker Hunter, llevándose en su danza de manera dramática, el proyecto de modernidad socialista iniciado en 1970 con el doctor Salvador Allende, a la cabeza. La historia se conoce. Después del silbido, los escombros, el humo y por fin el silencio.
Y al igual que hoy en Gaza, en Chile ese 11 de septiembre de 1973, luego de la ira y la destrucción llevada a cabo por las 4 ramas de las Fuerzas Armadas y de orden chilenas, un puñado de personas comenzará con miedo pero con decisión a recorrer las calles cercanas a La Moneda para socorrer heridos.Son paramédicos, choferes de ambulancias, que junto a enfermeras y médicos de la Posta Central, hoy Hospital de Urgencia Asistencia Pública, tendrán un rol central para muchas personas ese 11 con mil rostros.
“Nómina de personas fallecidas atendidas en la Posta Central”, es el titular que se inserta en la página 5 del periódico El Mercurio de Santiago en su edición del día 14 de septiembre de 1973. Entre las cerca de 16 personas que ahí se incluyen, está el nombre de Augusto Olivares, el periodista que estará junto al Presidente Salvador Allende en la defensa de La Moneda.
Por su parte en la página 6 de la misma edición de El Mercurio, se inserta bajo el titular “Personas heridas que fueron llevadas a la Asistencia Pública”, un listado de más de 100 personas que fueron trasladadas a la Asistencia Pública por diversas heridas entre las que destacan las “heridas a bala”, que suman cerca de 80 personas, sin contar las que llegan por heridas de esquirlas.
Es decir, casi la totalidad de las personas de la lista de El Mercurio son por heridas de armas de fuego. De este listado destacan los nombres de Antonio Aguirre Vásquez y de Osvaldo Ramos. De Aguirre Vásquez el listado señala que llegó con “herida a bala transfixiante con salida de proyectil ángulo costolumbar derecho de pierna con gran compromiso de partes blandas. Fractura expuesta pierna izquierda”, por su parte de Osvaldo Ramos, se informa que llegó con “herida a bala abdominal, complicada”.
Estos antecedentes son solo una parte de ese 11 de mil rostros. Rostros que en la Posta Central se develaron con dignidad.
El informe Rettig confirma en relación a los casos de Aguirre y Ramos (ambos parte del dispositivo de seguridad del Presidente Allende), que estos fueron sacados desde el interior de La Moneda por efectivos militares y desde ahí les condujeron hasta la Posta Central.
“En ambos casos existe constancia de su permanencia en la Posta Central de Santiago, desde donde fueron sacados por efectivos militares. Desde entonces se desconoce su paradero”, culmina enfático el Informe Rettig, agregando que la Comisión llega a la convicción en ambos casos que se trata de personas que fueron víctimas de violación a sus Derechos Humanos, “ya que su desaparición es de responsabilidad de agentes del Estado”.
Es decir, en la Posta Central también podemos hablar de detenidos desaparecidos. Suena fuerte, como el silbido de los Hawker Hunter o los F-16 y nos deja en silencio, como cuando termina el bombardeo.
Las memorias están dispersas por la ciudad, hablándonos en voz baja, contándonos detalles de una historia que pasa por arriba, a veces muy por arriba, por donde vuelan los aviones de guerra. Las memorias en cambio se quedan en los pasillos, en los laberintos de una ciudad que corre desprevenida de historia. Las memorias están colgando en las paredes, en los patios, en los ojos de los que la cuentan.
La reconstrucción de Gaza tras los bombardeos de los F-16, será lenta. Algunos indican que costará más de 20 años.
En Chile, ya han pasado 40 años desde el bombardeo de los Hawker Hunter, y aún seguimos reconstruyéndonos, buscando fragmentos en las ruinas de nuestra historia reciente.
Después del bombardeo, queda la memoria.