13 jun 2014

Foco en el origen del trabajo infantil

El trabajo infantil vulnera diversos derechos de niños, niñas y adolescentes al exponerlos a situaciones peligrosas como el trabajo nocturno o en la calle, muchas veces en condiciones degradantes de abuso, esclavitud, discriminación o acoso.

También vemos otras formas de trabajo infantil -menos agresivas pero igualmente perjudiciales- como las tareas domésticas que realizan en sus propios hogares, cubriendo normalmente una necesidad del grupo familiar.

Estas prácticas perjudican el pleno desarrollo físico, emocional y cognitivo de niños, niñas y adolescentes al obligarlos a participar de un “mundo de adultos” que les niega espacios cotidianos para el juego, el encuentro con sus pares, la asistencia a la escuela y en definitiva, les niega su derecho a crecer en un ambiente de bienestar, amor y seguridad.

El informe de la OIT plantea que las medidas de protección social que pueden jugar un papel significativo en la eliminación del trabajo infantil son: prestaciones por desempleo, maternidad, discapacidad, enfermedad y accidentes en el trabajo. Estas medidas podrían prevenir que niños y niñas deban trabajar para complementar ingresos familiares insuficientes o inseguros.

De esta manera, los Estados deben revisar cuáles son las condiciones que originan el trabajo infantil y ocuparse de ellas con las políticas adecuadas que permitan garantizar los derechos de la niñez y adolescencia.

Si bien Chile cuenta con importantes avances en esta materia, aún tenemos una gran tarea por cumplir. De acuerdo a la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA 2012), en nuestro país el 6.9% de ellos realiza alguna actividad económica, es decir, 229.510 realiza algún tipo de trabajo. De ellos, el 41% tiene entre 5 y 14 años (94.025) y el 59% tienen entre 14 y 17 años (135.485). De los niños que trabajan, el 46% vive en hogares que pertenecen al primer quintil de la población. Otro significativo dato es que el 88% de los niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años realiza tareas domésticas para el propio hogar, por lo menos una vez a la semana.

Ante este escenario, Chile al ratificar la Convención sobre los Derechos del Niño y los Convenios 138 (edad mínima de admisión al empleo) y 182 (prohibición de las peores formas de trabajo infantil y su eliminación inmediata) de la OIT, se ha comprometido a prevenir y erradicar el trabajo infantil.

Para avanzar con rapidez debemos elaborar en el corto plazo un plan de prevención y erradicación del trabajo infantil con metas y objetivos concretos e indicadores de resultados. Un espacio que está aportando a esta construcción es el “Comité Asesor Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección del Adolescente Trabajador”, mesa de trabajo intersectorial, liderada por el ministerio del Trabajo a la cual se ha incorporado activamente el Consejo Nacional de la Infancia.

Finalmente, comparto el énfasis y análisis del Director General de la OIT, Guy Ryder, quien señala que “la protección social, junto a la educación formal de calidad, universal y obligatoria al menos hasta la edad mínima de admisión al trabajo, el trabajo decente para los jóvenes y adultos en edad de trabajar, una legislación eficaz y un diálogo social consolidado, forman parte en conjunto de una respuesta adecuada al trabajo infantil”.

Este es un espacio de libertad, por lo que solicitamos que no lo desaproveches. Contamos con que las opiniones se remitan al contenido de las columnas y no a insultos, ataques personales, comentarios discriminatorios o spam.

Por lo mismo y buscando el buen funcionamiento de este canal de expresión, requerimos de un registro previo utilizando Twitter, Facebook, Gmail o Disqus.

Si tienes problemas para registrarte, haz click acá.