17 ene 2015

Del maltrato al buen trato, un camino de respeto

Cada cierto tiempo los medios de comunicación hacen públicas situaciones de maltrato, violencia hacia los niños que simplemente son inaceptables.  Sin bemoles y como sociedad debemos defender con fuerza el derecho a que los niños, niñas y adolescentes puedan desarrollarse de manera segura contra toda forma de maltrato. Este resguardo debe ser en todos los ámbitos, por ejemplo, en la relación entre pares, en la relación entre adultos con los niños, en la relación entre las instituciones, las familias y los niños.

La Convención sobre los Derechos del Niño en su artículo 19 establece que es obligación del Estado proteger a los niños y niñas de todas las formas de maltrato perpetrados por padres, madres o cualquier otra persona responsable de su cuidado, y considera medidas preventivas y de tratamiento. Para ello, es importante avanzar en la formulación de una Ley que prohíba expresamente toda forma de violencia partiendo por la revisión de normas y otros tipos de acciones que faciliten su erradicación.

En este contexto, el rol de la familia es prioritario. La familia es el primer y mejor espacio donde niños, niñas y adolescentes reciben afecto, respeto y comprensión, lo que les permitirá crecer seguros y ser posteriormente adultos que entregan afecto, respecto y comprensión a otros.

Las familias deben ser garantes del buen trato y la co – parentalidad y crianza  respetuosa caminos para avanzar en esa construcción permanente. No hay recetas únicas, pero sí reconocemos como prácticas positivas la escucha permanente de los niños, el dialogar como herramienta para resolver los conflictos, el evitar siempre el castigo físico y para ello, generar confianzas con los niños, niñas y adolescentes para que expresen todo lo que les molesta y para llegar a acuerdos que permitan mejorar las relaciones familiares.

Irónicamente los y las que maltratan o agreden a los niños suelen ser personas muy cercanas, precisamente quienes deberían ser las más amorosas y que entregaran protección, dieran seguridad afectiva y acompañaran en las distintas etapas de su desarrollo.  Es urgente avanzar hacia formas de relación respetuosas que validen las diferencias, que cuenten con recursos para enfrentar los conflictos, que tengan redes para que como comunidad aseguremos el bienestar de los más pequeños.

Hoy que estamos trabajando en la construcción de la nueva ley y política de infancia que permita construir un Sistema Universal de Garantía de Derechos para todos los niños, niñas y adolescentes el buen trato debe ser la base desde donde construimos. Los adultos somos el ejemplo más cercano y concreto para los NNA. Si queremos promover el buen trato, debemos ser los primeros en relacionarnos bien con otros adultos y especialmente con los niños y niñas.

Las instituciones del Estado, la sociedad civil, las comunidades, familias y los niños debemos unir fuerzas para promover el buen trato y vivirlo cotidianamente. Todos juntos podemos ser parte de este nuevo trato que permita garantizar los derechos de niños, niñas y adolescentes.

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  • Pedro Pagliai

    ¿Es racional que a través de una ley se prohíba y erradique toda forma de violencia? ¿y por qué no también una ley que no permita la guerra? ¿o los insultos de los representantes políticos entre sí? ¿O una ley que no permita enojarse con uno mismo? ¿O que no hubiera partidos de fútbol sin derecho a tocar al jugador contrario? Sin sarcasmo de por medio, desear esto podría imposible.

    Es tanto nuestro empecinamientos por ser buenos, a ser más justos y equitativos que una manera de alcanzarlo, es graduar los niveles de violencia, de modo que creemos que unos son más aceptables que otros siendo que el origen de la violencia es uno solo. Miedo.

    ¿Es posible vivir sin miedo? Opino que no, pero es distinto vivir desde el miedo, que vivir a sabiendas que el miedo es un motor y la conciencia, su observador.

    Llevemos este asunto al ámbito familiar. Para la autora resulta irónico que el lugar de más violencia a los menores sea el círculo cercano. En la sociedad que vivimos que basa sus bases en este núcleo, es inevitable que sea así. Y se antepone el amor como un deber, lo cual es contradictorios en la medida que aceptamos que el amor nunca ha de ser impuesto. La violencia que constata a diario la sociedad es su propio reflejo, pero aun no nos adentramos a la zona “oscura” donde yace el origen del mismo.

    Concuerdo plenamente en que la familia es garante y responsable del bienestar de nuestros niñ@s. Sí, en este mundo demente y de coacción, una ley también puede ser bienvenida para tales efectos. Pero se obvia en esta discusión, la naturaleza y rol que tiene lo que llamamos violencia en el ser humano que está en otro ámbito respecto del rol de las instituciones, estratificaciones, memorias históricas donde muchas veces descansan nuestras razones y discursos muchas de ellas fundadas en la violencia. Es decir, queremos erradicar justamente aquello que nos sustenta como sociedad!!!
    Según mi opinión, eso sí que es irónico.
    Por eso, desde ese punto de vista, la elección del miedo es coherente con nuestra tendencia a la destrucción de la cual todos se alarman. Por su parte, desde el punto del amor, sucede un reconocimiento de la violencia como una ausencia del amor primero que nada a nosotros mismos, pero tal como se expresó, este no puede ser impuesto, con una ley, por una religión, por un deber del cual estamos llenos y saturados.

    Esto no es apología a la violencia ni una negación a la dignidad de todo ser vivo, sino un reconocimiento de su origen e implicancias, y del amor, no como su contraste, sino como un referente que puede ser explicado y desde el cual pueden ser las bases del discurso menos culposo y más amoroso.

    Gracias