El trabajo infantil vulnera diversos derechos de niños, niñas y adolescentes al exponerlos a situaciones peligrosas como el trabajo nocturno o en la calle, muchas veces en condiciones degradantes de abuso, esclavitud, discriminación o acoso.
También vemos otras formas de trabajo infantil -menos agresivas pero igualmente perjudiciales- como las tareas domésticas que realizan en sus propios hogares, cubriendo normalmente una necesidad del grupo familiar.
Estas prácticas perjudican el pleno desarrollo físico, emocional y cognitivo de niños, niñas y adolescentes al obligarlos a participar de un “mundo de adultos” que les niega espacios cotidianos para el juego, el encuentro con sus pares, la asistencia a la escuela y en definitiva, les niega su derecho a crecer en un ambiente de bienestar, amor y seguridad.
El informe de la OIT plantea que las medidas de protección social que pueden jugar un papel significativo en la eliminación del trabajo infantil son: prestaciones por desempleo, maternidad, discapacidad, enfermedad y accidentes en el trabajo. Estas medidas podrían prevenir que niños y niñas deban trabajar para complementar ingresos familiares insuficientes o inseguros.
De esta manera, los Estados deben revisar cuáles son las condiciones que originan el trabajo infantil y ocuparse de ellas con las políticas adecuadas que permitan garantizar los derechos de la niñez y adolescencia.
Si bien Chile cuenta con importantes avances en esta materia, aún tenemos una gran tarea por cumplir. De acuerdo a la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA 2012), en nuestro país el 6.9% de ellos realiza alguna actividad económica, es decir, 229.510 realiza algún tipo de trabajo. De ellos, el 41% tiene entre 5 y 14 años (94.025) y el 59% tienen entre 14 y 17 años (135.485). De los niños que trabajan, el 46% vive en hogares que pertenecen al primer quintil de la población. Otro significativo dato es que el 88% de los niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años realiza tareas domésticas para el propio hogar, por lo menos una vez a la semana.
Ante este escenario, Chile al ratificar la Convención sobre los Derechos del Niño y los Convenios 138 (edad mínima de admisión al empleo) y 182 (prohibición de las peores formas de trabajo infantil y su eliminación inmediata) de la OIT, se ha comprometido a prevenir y erradicar el trabajo infantil.
Para avanzar con rapidez debemos elaborar en el corto plazo un plan de prevención y erradicación del trabajo infantil con metas y objetivos concretos e indicadores de resultados. Un espacio que está aportando a esta construcción es el “Comité Asesor Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección del Adolescente Trabajador”, mesa de trabajo intersectorial, liderada por el ministerio del Trabajo a la cual se ha incorporado activamente el Consejo Nacional de la Infancia.
Finalmente, comparto el énfasis y análisis del Director General de la OIT, Guy Ryder, quien señala que “la protección social, junto a la educación formal de calidad, universal y obligatoria al menos hasta la edad mínima de admisión al trabajo, el trabajo decente para los jóvenes y adultos en edad de trabajar, una legislación eficaz y un diálogo social consolidado, forman parte en conjunto de una respuesta adecuada al trabajo infantil”.