Según Reporteros Sin Fronteras, unos 110 periodistas fueron asesinados en América Latina los últimos diez años, una de las tragedias que mejor refleja la debilidad de las democracias en este continente.
En Chile, aunque no hay fallecidos, decenas de periodistas, fotógrafos y comunicadores fueron agredidos por policías y manifestantes desde el estallido social de 2011.
Los generales de Carabineros, pese a recibir los antecedentes de parte de los gremios de la prensa, jamás iniciaron una investigación interna.Jamás evacuaron un informe a los afectados o la sociedad.
América latina, con 170 millones de pobres y una larga lista de tensiones sociales, es escenario de tantos homicidios de periodistas como los países en guerra, pese a que en la región no hay conflictos bélicos.
Estas muertes ocurrieron principalmente en Brasil, Colombia, Honduras y México, países democráticos.
Políticos corruptos, narcotraficantes, paramilitares, pandillas, uniformados y empresarios están detrás de los crímenes, como indican los informes de Reporteros Sin Fronteras.
Cada asesinato de un periodista es en definitiva un intento burdo por lograr su silencio.
Pero América latina necesita todas sus voces.
Voces que expresen su diversidad, sus dramas sociales, sus distancias al desarrollo, sus falencias democráticas, sus excluyentes sistemas políticos.
Vivimos en un continente con 38 millones de analfabetos, 50 millones de personas en hambre y 80 millones de menores en pobreza.En Chile, pese a todo su desarrollo, hay cinco millones de personas que no terminaron el colegio, según cifras oficiales.
Defender el ejercicio seguro del periodismo es defender la democracia. Promover los derechos de la comunicación es promover la igualdad y la libertad.
En esa perspectiva, es importante que el actual gobierno impulse medidas y leyes para evitar las agresiones policiales a la prensa, las que hoy tristemente siguen siendo investigadas por la justicia militar. Los tribunales civiles son incompetentes, por desgracia.
También es fundamental que sean impulsadas políticas a favor de los derechos de la comunicación, de lo contrario no habremos entendido el trasfondo de las agresiones a los periodistas.
Algunas de estas políticas son tan simples y posibles como la promoción de medios comunitarios, el desarrollo de medios en lenguas nativas y la creación de una televisión pública gratuita y de calidad. Todo ello es posible y financiable.
La desigualdad en Chile, donde la mitad de los trabajadores gana menos de 264.000 pesos, se asentó en exclusiones políticas, concentraciones económicas y monopolios mediales.
Pero como país necesitamos una sociedad política y socialmente inclusiva, con modelos de desarrollo equilibrados y voces plurales en el espacio público.
Defender el periodismo seguro y promover sobre todo los derechos de la comunicación es parte esencial de ello en nuestro país y América Latina.