Se realizó, en una ceremonia practicada por la Iglesia Católica, el matrimonio religioso del futbolista Arturo Vidal, ídolo del deporte nacional y uno de los atletas más sobresalientes en la historia de nuestro país.
Rodeado de destacadísimas figuras del balompié criollo, así como de colegas suyos provenientes de Italia y contando con la Presidenta de la República y parte de su gabinete, este moderno gladiador dio el sí ante el altar, a su esposa María Teresa Matus.
Bien por él, por su actitud de amor y reconocimiento hacia su esposa, con la cual ya ha constituido una familia que cuenta con dos niños que ya le aseguran su proyección generacional.Bien por la responsabilidad que acaba de asumir y el compromiso que tiene con su familia.
No soy amigo suyo ni conozco sus ideas políticas o de sociedad, pero me parece admirable su decisión, pues connota rectitud y nobleza. Su actitud parece decir, vean una persona de éxito como yo, con la fama que tengo y el dinero que gano podría dedicarme a muchas cosas, especialmente, a no tener reparo ni límite en la manera de saciar mis apetitos y pasiones, pero aquí estoy, comprometiéndome con mi familia, mi mujer, mis hijos.
Vivimos en la sociedad del vértigo, en la que sólo importa el individuo y sus múltiples satisfacciones. Estamos en un momento en que el “carrete” no admite freno ni prudencias de ningún tipo y el mundo pareciera ser de los que no pueden resistir ese llamado, a una mal concebida plenitud que entiende que sólo uno existe y los demás no importan.
Y he aquí que una “mega estrella” del fútbol nos sorprende y nos señala que está contra la corriente, que se suma a otro llamado, a un requerimiento profundo, que ha hecho posible la civilización humana, una convocatoria a querernos a nosotros mismos y a querer y disfrutar junto a nuestros seres queridos.
El niño que le dobló la mano a la pobreza, de origen humilde, que supo cultivar su destreza física para sobresalir con una potencia formidable y una desbordante habilidad en el campo de juego, ese joven admirado por millones de hinchas está enviando un mensaje que no debe ser desatendido.
Por sobre las luces que realzan un acontecimiento de esta naturaleza, el ahora muy afamado “rey” Arturo parece decirnos: me divierto con los míos y construyo mi futuro y el de ellos, salí de un barrio pobre a la fama, no para despilfarrar mi talento, sino que para ser auténticamente el mejor.
No se trata de ensalzarlo de forma artificial, no creo tampoco que no tenga defectos e imperfecciones, como todos los seres humanos tenemos, no obstante, está entregando al país un buen ejemplo, nos muestra un criterio de gran responsabilidad que se proyecta muy por encima de los inevitables efectos con que la farándula intenta marcar estos sucesos.
Bien por Vidal. En su matrimonio fue indiscutiblemente el rey. Nos ha trasmitido alegría, optimismo y confianza. Felicitaciones a su esposa. Que tengan muchos éxitos.