No me gusta aquello de tolerar la diferencia; prefiero decir que la agradezco.Y es precisamente lo que me ha ocurrido especialmente ahora, cuando en mi calidad de presidente de la comisión de Deportes, he tenido la posibilidad de tomar contacto con los más diversos grupos de deportistas, incluyendo a quienes, con algún tipo de capacidad distinta, se esfuerzan día a día por mejorar sus marcas y aportar al deporte nacional.
Esta semana, y con la presencia de las máximas autoridades del deporte nacional, se lanzaron los primeros Campeonatos Nacionales Paralímpicos, que se realizarán en varias regiones del país.Tremenda competencia, donde espero que todos podamos sumarnos con el apoyo que requieren estos excelentes deportistas.
Para escribir esta columna he contado con la valiosa cooperación de Alberto Vargas, director del Instituto Nacional de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda, con quien comparto miradas sobre un tema que hoy es cada vez más importante para el país, como es la necesidad de ser más inclusivos.
Sí, porque cuando hablamos de aquello, en el deporte se nos olvida muchas veces la necesidad de considerar a las personas con discapacidad o con capacidades distintas o que presentan una condición especial de vulnerabilidad. Según la encuesta Nacional de la Discapacidad, el 12,9 % de la población presenta algún grado de discapacidad, sin embargo no están presentes habitualmente en el desarrollo de políticas públicas y, esto, se ve claramente reflejado en el ámbito del deporte.
Según múltiples estudios, los beneficios para la salud del deporte son iguales para las personas con discapacidad que para el resto de la población, el beneficio psicológico y el efecto de inclusión social son además beneficios secundarios.
Sin embargo, cuando revisamos la evolución de la oferta de programas del Instituto Nacional del Deporte, para el desarrollo de la práctica de la actividad física o el deporte adaptado masivo para este grupo de la población, se aprecia la ausencia de oferta para las personas con discapacidad por parte del Estado en comparación con líneas programáticas como adultos mayor, mujeres, jóvenes y personas privadas de libertad.
Para hacer efectivo el derecho de todos a acceder en igualdad de condiciones a la práctica de la actividad física y el deporte, es indispensable desarrollar medidas específicas para las personas con discapacidad.
En el marco jurídico, nuestro país cuenta con una ley del deporte que no recoge a la organización del deporte competitivo y de alto rendimiento del mundo paralímpico.
Sólo existe la figura del comité olímpico como máximo rector del deporte.Por otro lado, la organización de las personas con discapacidad en el deporte competitivo no sólo se da por la especificidad del deporte, sino que también por el origen de las deficiencias físicas.
Esto es de gran importancia dado que nuestra ley fomenta la creación de federaciones y clubes mono deportivos y el deporte paralímpico tiene organizaciones polideportivas por discapacidad. La adecuación del marco jurídico y el reconocimiento son de vital importancia para recoger la particularidad del deporte para personas con discapacidad y permita la organización necesaria y la asignación de recursos del Estado según la realidad del mundo paralímpico.
La remodelación de los estadios y la construcción de nuevos recintos debieran considerar también la accesibilidad universal como un elemento central en el diseño arquitectónico.
A modo de ejemplo el estudio del FONDEPORTE del 2006 estableció que solo el 2,6 % de los recintos cumplían criterios de accesibilidad. En esto, es importante entender que por un lado las personas con discapacidad no sólo asisten como espectadores sino que además quieren ser protagonistas.
Podríamos seguir enumerando muchos aspectos, como la formación de profesionales, inclusión escolar en actividad física de niños con discapacidad, financiamiento de sillas de ruedas deportivas, asistentes y guías, entre otros. Variables que debiéramos abordar para que las personas con discapacidad puedan sentir que su derecho a la práctica de la actividad física y el deporte se promueve y respeta.
Si bien hemos observado avances en el ámbito de los beneficios a los deportistas paralímpicos y apoyo en el alto rendimiento, la pregunta es cuánto tiempo deben seguir esperando y cuál es la velocidad de los cambios culturales que es aceptable para avanzar en el respeto a los compromisos que el Estado de Chile ha suscrito con estos ciudadanos.