Con el sorteo de los grupos del Mundial de Brasil 2014 se ha desplegado el abanico de emociones y ambiciones deportivas y sociales de todos los países participantes sin que Chile sea la excepción.
Un Mundial no tiene grupos fáciles ni difíciles. Es un torneo de primer nivel, alta competencia y suma de detalles que ofrecen alternativas de triunfo a cualquiera que esté dispuesto a tomarlas.
Lo evidente es que las emociones por el fútbol son mayores a los compromisos con este deporte.A los que caminamos por la vereda del fútbol nos gustaría que en los años planos nuestra actividad reciba sólo un rebalse de ese interés que demuestran los más diversos actores sociales, políticos y económicos en su euforia mundialista.
En la opacidad del esfuerzo y trabajo bien hecho, miles de colaboradores hacen posible esta fiesta universal. Entre ellos, los jugadores, entrenadores, dirigentes y funcionarios de federaciones, asociaciones, clubes y entidades vinculadas, que dan vida a las competencias nacionales y con ellas a las selecciones nacionales y al infinito andar de competencias nacionales e internacionales que tienen hoy como destino Brasil, como ayer Sudáfrica y en un futuro a la vuelta de la esquina Rusia y Catar.
Cuando ya empieza la fiesta en tierras brasileñas, no acaba de terminar el campeonato mundial de fútbol sub 17 realizado en los Emiratos Árabes Unidos y se prepara el de Chile 2015 en la misma categoría.
Por ello, en medio de la legítima vorágine que gatilla la selección adulta de Chile con sus nuevos compañeros de ruta, España, Holanda y Australia, quiero destacar la importancia que el fútbol joven adquiere en los lineamientos de la FIFA y en las Federaciones asociadas.
En las competencias juveniles no solo hay un despliegue organizativo propio de un mundial adulto sino que el buen nivel futbolístico de estos mundiales es una clara señal que el fútbol está creciendo como disciplina y que muchos países, silenciosamente, trabajan y desarrollan sus bases jóvenes anunciando importantes cambios en el mapa futuro de los protagonistas del fútbol mundial.
En Chile veremos muy pronto los efectos de este campeonato juvenil. Alguna señal hemos tenido con la movilización social que se ha producido en las ciudades chilenas postulantes a sedes mundialistas con motivo de la visita de los comisionados FIFA la semana pasada.
Estadios, canchas de entrenamientos y hotelería serán el primer fruto de este compromiso internacional.
También esperamos que este mundial de fútbol joven deje como herencia el posicionamiento público del fútbol como una herramienta potente para dar a los jóvenes cohesión e integración social.
La práctica de este deporte enseña habilidades sociales, trabajo en equipo, perseverancia, esfuerzo y respeto de reglas que permiten a los niños cambiar las pandillas por el equipo y las esquinas por las canchas.
Y si las cifras económicas que se movilizan en torno al mundial de Brasil y a las selecciones participantes nos dejan anonadados, reconozcamos el más humilde pero importante aporte de nuestro fútbol para nuestro país.
No sólo se trata de una Industria que genera ingresos y recursos a los clubes y a los negocios relacionados con el contenido audiovisual, marketing y turismo deportivo.Además, impacta en el empleo juvenil ya que se trata de una actividad que emplea a más de un 75% de jóvenes menores de 30 años y los miles que juegan en las distintas divisiones remuneradas afiliadas a la Federación de Fútbol de Chile ganan de promedio mucho más que el sueldo mínimo legal y muchísimo más que el sueldo al que podrían aspirar en otros mercados laborales atendida su formación profesional.
Cuándo Chile especula con nuestra suerte deportiva en Brasil 2014 invito a reconocer lo logrado por el fútbol chileno a nivel de selecciones y actividad en general.
Estar en el mundial es un éxito y ser respetados deportivamente por todos, un gran logro.
Es un éxito que jóvenes chilenos integrantes de nuestra selección sean hoy primeras figuras en el fútbol mundial y positivos líderes para nuestra juventud.
Es un éxito que en el horizonte inmediato de nuestro país futbolístico aparezcan un atractivo campeonato local con una emocionante final y una liguilla muy competitiva que dará pasajes a copas internacionales; una participación mundialista precedida por amistosos con selecciones de talla mundial; una Copa América que puede ser la primera en nuestras vitrinas y un Mundial Sub 17 que nos instale definitivamente en la élite deportiva e institucional.
Que Chile como país aproveche este gran impulso, depende más de todos que del propio fútbol que ya ha hecho demasiado.
Tanto, que gracias a nuestro fútbol los chilenos podemos disfrutar de un sentimiento de orgullo y pertenencia que hace mucho tiempo otras actividades sociales nos están vedando.