Hace tres años después de estallar una bomba de ruido en Santa Laura el gobierno de Piñera implementó el programa Estadio seguro, un proyecto que no puede mostrar un solo resultado positivo en los tres años que lleva. Por el contrario hoy el fracaso ha quedado demostrado nuevamente y a pesar de toda la represión aplicada se ha tenido que suspender otro partido.
La primera lección ya largamente comprobada es que la sola represión no disminuye la delincuencia ni los actos en contra de las personas. Y este programa fue eso exclusivamente, por lo tanto un fracaso.
Reiteradamente hemos señalado la forma poco criteriosa en que se ha aplicado el programa, más que ayudar a que la gente vuelva al estadio, el trato vejatorio al que se nos somete lo convierte en un desagrado.
Lamentablemente ni la prensa deportiva ni quienes tienen voz en los medios se han interesado por cubrir con objetividad la realidad de este programa.
Si se hubiera aplicado la ley vigente con voluntad y presteza los problemas de conducta que hoy vemos repetidos en los estadios habrían disminuido fuertemente. Nada de eso se aplica y la novedad es incorporar mas medidas vejatorias.
¿Alguien puede explicar por qué a la fecha no hay ni un solo hincha que por tener que ir a firmar a una comisaría a la hora del partido no puede ingresar al estadio?¡Ni uno solo!
Lo anterior no exculpa al desalmado que lanzó ese rollo de papel, ese personaje no debiera volver a un estadio. Igualmente esperamos que lo del jugador no haya sido un show producto del visible cansancio que se le notaba.
Tres años de funcionamiento son tiempo suficiente para demostrar las falencias de un mal programa, esperamos que el nuevo gobierno no se limite a nombrar un sucesor del actual y fracasado director de Estadio seguro, sino que sencillamente sea eliminado y dé paso a un nuevo modelo donde la represión y la vejación no sean los únicos ni los principales elementos que logren devolver a la familia al estadio.