Hace algunas semanas, el destacado futbolista chileno Alexis Sanchez declaraba a medios españoles que “si no fuera por el fútbol, ahora estaría limpiando autos”.Gracias a su trabajo como futbolista rompió una cadena de pobreza que lo tendría marginado en las calles de su ciudad natal Tocopilla.
Amén del esfuerzo personal que hay detrás del destacado futbolista del Barcelona F.C., la situación refleja la gran oportunidad que se esconde detrás del deporte profesional para muchos jóvenes chilenos que de otra forma no tienen escapatoria posible de su condición de marginalidad y exclusión.
Es repetitivo el discurso oficial, de quienes detentan y quienes aspiran al poder político, de acabar con la desigualdad y ofrecer oportunidades de desarrollo. Pero casi todos los esfuerzos en la práctica chocan con pre requisitos que en muchas familias chilenas sólo los podrán cumplir las generaciones siguientes.
Salir de la pobreza ya, sin eufemismos, es lo que necesita la mayoría de la juventud chilena que pertenece a los grupos sociales que están alrededor del sueldo mínimo legal y que por las cifras que se manejan son mayoritarios en Chile.
Y el deporte profesional es una escalera rápida, concreta y legítima para hacerlo.
Una política deportiva que amplíe la profesionalización de deportes, remunere la práctica deportiva, incentive las organizaciones deportivas con fines de lucro en deportes como el baloncesto, ciclismo, patín-hockey, voleibol, balonmano, por citar algunos, permitiría formar deportistas que, amén de los sueldos que ganarían en las competencias chilenas, podrían emigrar al extranjero a ligas más desarrolladas con el aseguramiento integral que ello significaría para él y su familia.
Las políticas deportivas las realizan las personas y si a estas alturas del partido estas tendencias no se han dado es porque los pocos que dirigen hace muchísimos años el deporte chileno no lo comparten.
Por ende, una herramienta poderosa que los(as) candidatos a presidente y/o legisladores pueden ofrecer al país deportivo es garantizar la renovación directiva de Federaciones por el sólo ministerio de la ley.Con ello, se abren las ventanas y exploramos nuevas tendencias de gestión, arrancamos las animosidades personales, enraizadas en casi todas las federaciones chilenas, que entraban el despliegue de buenos proyectos que solo tienen la debilidad de ser patrocinados por “el enemigo”.
La crisis actual de algunas sociedades anónimas deportivas, como ayer de las corporaciones de derecho privado sin fines de lucro, no son obstáculo para esta sugerencia. Sólo dan la razón a quienes sosteníamos que la naturaleza jurídica de la institución era una cuestión y otra muy diferente era la calidad de gestión de la misma.
Por eso, no es la sociedad anónima la que conlleva malos resultados como tampoco ayer era la corporación, sino la mala gestión de las mismas.
El campeón vigente actual es una sociedad anónima cerrada y el club mejor gestionado en el pasado era una fundación.
Que se consoliden modelos de propiedad con fines de lucro, administraciones profesionales de los clubes y deportistas remunerados en la mayor cantidad de disciplinas deportivas que se practican en Chile generará un efecto no sólo en la creación de nuevos empleos juveniles y nuevas oportunidades de desarrollo y cohesión social.Incentivará la práctica deportiva en todos los niños y jóvenes, con el impacto en el desarrollo de habilidades sociales y en la prevención de males como la obesidad, alcoholismo y drogadicción.
Esta propuesta es opinable y seguro habrán muchas otras que esperan salir a la luz en algún debate público y generar una gran política nacional del deporte que legitime la actividad tanto por el impacto en logros deportivos como en efectos sociales.
Que el deporte es mucho más que una fuente de transpiración ha quedado demostrado hace mucho tiempo.
No trabajar para desarrollarlo como la potente herramienta que es para múltiples objetivos socialmente muy valiosos es una grave debilidad del país y no sólo una inexcusable omisión en los discursos y en los programas de gobierno de todos los y las postulantes a cargos políticos.