Empezamos como el Ché Guevara y, las últimas dos fechas, las jugaremos como un contador auditor en época de balance. El problema de ilusionarse en este tipo de torneos y con las características de nuestra historia es que todo termina de manera más o menos tradicional: sumando y restando, haciendo malabares con la calculadora e hipotecando la ilusión de estar en un Mundial a los vaivenes de la fortuna.
No es justo culpar a Mario Salas o a estos muchachos, pero es un hecho de la causa que cumpliremos 47 años desde la última vez que le ganamos a Uruguay en un torneo oficial sub 20.Aquella vez, en Asunción, los goles los hicieron Luis Hernán Carvallo y Arratia, lo que es un síntoma claro para graficar cuánto tiempo ha pasado. Y en un Sudamericano sin Brasil y Argentina, ir a pelear por el cuarto lugar nos coloca en la dimensión en la que estamos.
La campaña perfecta de esta escuadra en la primera fase se estrelló de manera contundente en el hexagonal final con un concepto que está en boga y despreciamos: el pragmatismo.
Los tres ganadores de la jornada de ayer fueron precisamente eso: pragmáticos. Colombia, por ejemplo, le marcó un gol de penal a Perú y luego, sin ascos, se dedicó a defenderlo apostando al contragolpe. Tanto corrió el pobre de Córdova –su mejor delantero- que terminó saliendo lesionado. Perú tuvo las chances (muchas) pero las dilapidó, en lo que es una marca de fábrica del fútbol del Rimac.
Con Paraguay y Ecuador pasó lo mismo. Los guaraníes firmaban el empate, pero un tiro libre que se le fue al arco sentenció el partido. Y nosotros luchamos por no hacerle el juego a Uruguay, pero justo cuando nos envalentonábamos para buscar el triunfo le dimos el espacio justo por el carril de Cuevas a un lateral muy medido como Varela para que nos clavara la daga que terminó en el gol de Gonzalo Bueno.
Agazapados, los charrúas apostaron a esa única jugada en la certeza que se llevaban el triunfo. No hubo brillos ni alardes, sino disciplina y cautela. Chile jugó su partido más limpio desde que se inició el certamen, y al menos sacó una tarea adelante: no le mostraron tarjetas.
Para hacérsela simple, Colombia, Paraguay y Uruguay van a la pelea del título, instancia que han saboreado anteriormente. Ecuador, Chile y Perú van por el único cupo que queda para Turquía. Premio de consuelo que no es poca cosa, si se rema siempre contra el peso de la historia.