¿Te das cuenta Benjamín? el tipo puede cambiar de todo. De cara. De familia. De novia. De religión. De Dios. Pero hay una cosa, que no puede cambiar Benjamín ¡de pasión! Esta escena memorable (entre muchas otras) es del “Secreto de sus ojos” película argentina ganadora del Oscar 2010 a la mejor película extranjera con una interpretación magistral de Ricardo Darín. Y se refería a la pasión por el fútbol.
El año 1959 tiene un recuerdo imborrable en mi vida. Con mis cortos 8 años tuve el privilegio de ver la 2da estrella de la “U” en una cálida noche de noviembre a estadio lleno, cuando le ganamos a Colo Colo 2×1 con goles de Leonel y Ernesto.
Mi padre me tomó y “tiró” por encima de la reja del Nacional y corrí al centro de la cancha a saludar a los jugadores. Leonel, Leonel, lloraba emocionada y él acarició mi cabello y las lágrimas se nos confundían en ese abrazo. Jamás lo olvidé. Viví toda la década de los 60 siguiendo con mis padres y hermano al Ballet Azul. Tomábamos el tren muy temprano el domingo en la Estación Central e íbamos a La Calera, Quillota, Rancagua, etc. que eran las plazas de provincias donde se jugaba.
Hacíamos picnic en cualquier lugarcito y luego caminábamos rumbo al estadio. Era nuestro domingo soñado. Familia unida, futuro seguro en el nido y un país con ilusión.
La década de los 70 y la ilusión se acaba y comenzó la sequía de títulos. Apareció la dictadura y con ellos las autoridades y presidentes, que sabían de todo menos de la pasión. Separación de mis padres. En la “U” no fue diferente. Mala gestión deportiva.Abusos y robo de bienes, dineros no controlados.
Asistía al estadio con regularidad, pero esta vez con tristeza. Ese lugar estaba manchado con mucha sangre de quienes creían en una vida mejor y la violencia acabó con sueños y futuro. La mía también se sumergió en penas más que alegrías. Hogar deshecho. País destrozado. Y para los que formábamos parte de esa ilusión una nube negra nos había arrebatado nuestra juventud y de un sopetón pasamos a ser adultos comprometidos en la lucha. Peligrosa y repentina.
La década de los 80 me sorprende viviendo en otro país. Mi pasión por la “U” exigía, que me enviasen noticias desde Chile. Sufría por mi pueblo. Hacía activismo político declarando en cada manifestación como era este país torturado, con toque de queda y con ninguna libertad.Ayudaba a dar refugio y consuelo a algunos que llegaban a mi casa. Y siempre ávida de noticias de mi equipo. Me emocionaba, que esa barra azul empezaba a manifestarse en contra del dictador. Se atrevían. Era un grito de desahogo y el pueblo descansaba un poco con la ilusión que a la mano estaba el final del horror.
El 89 el descenso. Cundía el desánimo, pero el Chuncho Martínez jefe de la barra (cuando no había peligro) me escribía dando noticias de lo conmovedor de la “U” en los potreros. La gente acudía en mayor número, que cualquier equipo de 1era.Comenzó entonces a germinar una nueva y renovada pasión por los azules.
Década de los 90. La alegría del arcoíris. Se terminaba la noche más horrenda de este país. Mis azules volvían a la serie de honor y luego de 25 años nos encumbrábamos a la gloria con la conquista del bi 94 y 95.
Año 2011 y esta pasión se convirtió en un llanto agradecido al cielo porque Dios me concedía la dicha de ver a mi equipo por primera vez abrazar y alzar una copa internacional. Y un tri campeonato. También agradecí a mi madre y a mi padre quienes desde arriba aplaudían este logro.
Todo equipo comienza con un buen arquero. Jhonny Herrera fue una figura inconmensurable. Dotado de felinas reacciones. De una inteligencia y sangre fría, que bien lo agradecíamos la hinchada. Y como muchos ídolos surgido desde la nada y catapultado al estrellato, este hombre no fue capaz de contener esa rebeldía que condujo en forma errada y encauzarla hacia un buen fin.
Rebeldía y amateurismo, pregonado por Sampaoli que debe de ser entendido como la forma de llegar al éxito con dientes apretados y colocándose el overol. Es decir, sudando la camiseta. Ello exige una formación pétrea. Una valoración de todos los aspectos de la vida y no sólo de la profesión o actividad o lo que sea.
La finísima raya casi invisible, que no debe de traspasarse por muy embriagado de triunfos y adulaciones que se está, fue la que Jhonny no supo sortear. Sus reacciones felinas no captaron el peligro que transita entre lo que es moral y debe de ser bien ejecutado y lo que no se puede permitir cuando lo que se juega es con las otras vidas.
El hombre es el único animal que tropieza dos y tres veces con la misma piedra, pero ello no necesariamente es perjudicial siempre que no involucre a otros. Porque siempre alabamos al que cae mil veces, pero se levanta mil y una. Las faltas de Jhonny pueden tener resiliencia. Los errores de este gran arquero pueden ser enmendados.
Pero dejó una víctima fatal. ¿Imprudencia? ¿Culpas compartidas? Pero hay una joven vida que se perdió. La justicia hizo su trabajo, pero hoy lo tendrán de nuevo en el banquillo de los inculpados. Reincidió esta vez sin víctimas, pero siento, que detrás de esa frialdad, que detractores y enemigos encuentran y acusan en Jhonny Herrera hay un tremendo escudo quizás contra que fantasmas.
Solo él es capaz de salir de esto. No a través de una condena inminente de los hombres de la ley, sino subir la cabeza y emerger por medio de una catarsis. Con ayuda. Con real voluntad de encauzar su talento y colocarlo a disposición de una vida íntegra, que aún debe de vivir y que responde a la mitad de su existencia. Porque el fútbol y su estrella luego se extinguirán, pero quedara sólo el hombre. Si quiere con sus fantasmas, que lo hundirán. Si quiere con sus ángeles, que lo subirán.
Jhonny busca dentro de tí esa paz, que tanto necesitas. Y que nosotros tus admiradores aplaudiremos más que incluso tus mejores atajadas.
Atrapa esa armonía y guárdala para ti. Y allí serás verdaderamente un grande.