Han sido publicados algunos informes o estudios sobre el fútbol chileno. Uno de ellos, reconoce el alto valor de la marca Selección Chilena y otro una elevada deuda histórica de los clubes.
Sin entrar en los detalles de ambos documentos o sobre las legítimas observaciones que pueden ameritar, me parece que detrás de ellos hay una oportunidad para el fútbol chileno.
Se posicionó la Selección Chilena por un trabajo que anudó buena gestión directiva y técnica que generó éxitos deportivos y afecto popular a pesar que en los fríos resultados futbolísticos no se consiguiera nada jamás alcanzado a nivel de selecciones.
La aureola de valor, el intangible que subyace en el proceso “Mayne-Nicolls – Bielsa” corresponde a un estilo definido, a una forma concreta de hacer las cosas y a una meta clara. Las razones que impidieron la sostenibilidad del proceso no afectan para nada la validez de la afirmación anterior.
El aprendizaje es que aquello que generó el posicionamiento público y mayor valor económico de la marca Selección Nacional es posible replicarlo a nivel de Competencia Nacional y, por ende, de los Clubes de fútbol profesional.
Comparto con aquellos que sostienen que si el proceso anterior hubiera privilegiado estas dos últimas instituciones, con la misma fuerza que la Selección y otras derivaciones legítimas pero no prioritarias, como el fútbol femenino, la sostenibilidad del propio proceso como de sus ejecutores habría estado asegurada.
A pesar de ello, reconozco la legitimidad de la opción de priorizar la Selección Nacional por la “fiebre” resultadista del ambiente ya que sólo con la Selección se consiguen resultados con la inmediatez y visibilidad que demandan la presión y fervor de hinchas, dirigentes, periodistas, productores y autoridades.
Si estamos dispuestos a financiar con un retorno en intangibles los triunfos de la Selección y lo que ello conlleva -“celebrar en la Plaza Italia tiene un precio- ¿por qué no apostamos con la misma vara por un Campeonato Nacional y Clubes Deportivos de primer nivel?
Las Sociedades Anónimas Deportivas, en general, hasta ahora han significado un quiebre histórico con la lógica de responsabilidad pero no con la de la gestión. Las SADP han conseguido que el déficit financiero natural de la actividad deportiva recaiga en personas naturales concretas y no sea diluido en una corporación sin fines de lucro que en definitiva se torna irresponsable por falta de patrimonio.
Pero un estado operacional deficitario no es alarmante y sintomático de una actividad es estado terminal, sino que parece consustancial a la actividad deportiva. Es más, ¿por qué solo aceptar déficit operacional en la Selección y no en la de los clubes?
Lo que genera inquietud es la falta de gestión detrás de los malos números financieros, la pobreza del espectáculo y el bajo valor social de la actividad. No en vano, al revisar cifras de grandes clubes mundiales se repiten déficits pero se percibe valor en torno a un partido, al campeonato y a la actividad en general.
Las SADP han cumplido con la primera parte de la ecuación que las legitimó en su momento pero no han encontrado la fórmula de gestión necesaria para dotar de valor económico y social a la actividad y en concreto a su producto estrella: el campeonato nacional.
Y acá hay una oportunidad para el fútbol chileno. Debemos conseguir un modelo de gestión que subsane esta asignatura pendiente. El Campeonato Nacional debe constituir un hito que legitime la participación y seguimiento del mismo, como ocurre por ejemplo, con la participación de la selección nacional en las eliminatorias. El Campeonato Nacional debe recuperar el sitial que le pertenece como gran centro de entretención social.
Si toleramos el uso de nuestra actividad para posicionar la actuación pública contra males sociales que afectan a toda la comunidad, como la violencia, también hay que exigir vitrina para aquellos ámbitos donde somos ejemplo.
El fútbol profesional chileno es un formador laboral pero no se considera a la hora de analizar las alternativas de formación para el trabajo.
El fútbol profesional es una fuente de trabajo juvenil pero no se le considera como Industria a la hora de estímulos y apoyos a quienes contraten a menores de 30 años.
El fútbol profesional es la punta piramidal de un trabajo formativo que educa e integra socialmente pero no se le considera a la hora de destinar recursos en la materia.
Si los mismos actores y los mismos clubes han innovado en materias como el CDF y han permitido el desarrollo de la marca Selección Nacional no veo imposibilidad de hacerlo con el Campeonato Nacional y con la actividad misma. Nombres propios más o menos, el fútbol chileno tiene los recursos humanos y materiales necesarios para dar un salto de futuro incrementando el valor económico y social de la actividad.
Hay talento directivo, técnico y futbolístico.
Hay que “anudar” la trilogía con sentido y proyección de futuro, convencidos que es tarea y beneficio de todos.