Arrecian las críticas contra la dirección e institucionalidad del fútbol chileno.
El partido con Ghana, la programación de partidos al mediodía con altas temperaturas, la vinculación de directivos con barras, el relajo disciplinario por el eventual perdón a seleccionados castigados, la creación de la segunda división profesional, entre otros, aparecen como graves problemas que aquejan al fútbol chileno.
Efectivamente son hechos opinables y muchas veces, por no decir todos, cuestionables. Pero me nace la duda si esos son los verdaderos problemas del fútbol chileno.
El partido con Ghana, selección integrada por jugadores de muy buen nivel, fue realizado por agentes FIFA, entidad que es el aval de todo el fútbol mundial y cuyos funcionarios y colegiados, por el sólo hecho de serlo, gozan de gran reconocimiento en Chile y el resto del mundo. En este caso, fallaron quienes detentan el monopolio para producir estos partidos como han errado otros productores contratados por el fútbol chileno.
La programación de partidos al mediodía es una costumbre en Ligas que parecen excelentes, como Inglaterra y España y fue durante muchos años la alternativa de un club serio como Universidad Católica en el Santa Laura. Hacerlo con elevadas temperaturas parece afectar a los deportistas.
Al respecto, debemos conceder que el gran calor de marzo era difícil de imaginar para la ANFP, como debió serlo para la UEFA, predecir las bajas temperaturas que enfrentan este invierno los equipos de la Champions.
La vinculación de directivos con barras brava, que se demuestra con entradas de cortesía que no tienen explicación coherente, es un problema de hoy como ayer.
Se califica de relajo disciplinario porque a los jugadores se les permite ejercer un derecho contemplado en estatutos y reglamentos desde que se creó la antigua Central de Fútbol. Derechos de los deportistas que nunca nadie ha objetado por ilegítimos o contraproducentes.
La creación de una segunda división tiene más de respuesta al antiguo clamor por un campeonato de reservas para dar mayor continuidad de juego a los jóvenes y acelerar la madurez de nuestros futbolistas, que de atropello al campeonato profesional que organiza la asociación de fútbol amateur, paradoja de por sí más curiosa.
¿Por qué las comunidades e instituciones que progresan no vuelven atrás?
¿Por qué a pesar de las crisis, los cambios de gobiernos, la diferente calidad de los funcionarios públicos, las sociedades conservan y sostienen sus avances?
Porque fundan sus avances en cambios estructurales y no en aciertos coyunturales.Y éste es el problema del fútbol chileno. Hemos dado pasos gigantes en cuestiones coyunturales y aleatorias. Pero muy pocos en cuestiones estructurales y sostenibles.
Clasificamos a mundiales, como el 66, 74, el 82 y el 98. Pasamos a segunda ronda, como en Santiago y París. Recibimos invitaciones a importantes torneos internacionales de fútbol joven, como Alcudia. Pero, como ayer, al primer cambio de mano, volvemos atrás.
Es evidente que en el pasado debate electoral de nuestro fútbol, por diversas razones imputables a todos, también lo estructural sucumbió a lo coyuntural
Por eso, la mejor ayuda que podemos dar a nuestro fútbol es detenernos y preguntarnos seriamente: ¿Dónde está el problema?
Yo no creo que esté en lo que estamos debatiendo en estos días.