El anuncio presidencial de constituir un Ministerio del Deporte es un ejemplo de la importancia que la autoridad da a la actividad deportiva. Soy partidario de esta iniciativa, y de todas las que se implementen para mejorar el posicionamiento social e institucional del deporte, como la de considerarlo como un derecho de rango constitucional por su carácter de garantía que hace posible los derechos a la salud, a la vida digna, a la educación y a otras manifestaciones de la personalidad.
Sin embargo, la realidad deportiva nacional no puede esperar el despliegue de esta iniciativa para empezar a mostrar cambios importantes. No sólo por una cuestión de urgencias, sino porque los indicadores deportivos aún pueden ser impactados de gran forma sin necesidad de cambiar la institucionalidad.
En efecto, en Chile están disponibles todos los elementos necesarios para que el deporte sea importante y masivo. Hay infraestructura; hay deportistas; hay profesores de educación física; hay dinero. Pero no hay gestión.
No hay gestión que permita utilizar de manera sostenible la gran cantidad de multicanchas abandonadas que existen en las poblaciones chilenas.
No hay gestión que permita que los jóvenes interesados en practicar deportes no sean perjudicados en sus estudios. No hay gestión que permita aprovechar la gran cantidad de profesionales universitarios preparados para hacer administración y recreación deportiva.
No hay gestión que permita focalizar los grandes presupuestos destinados al deporte en proyectos sostenibles y evaluables.
En la administración pública hay múltiples iniciativas de diversos ministerios y con diferentes objetivos que tienen al deporte como plan maestro.
En las Federaciones Deportivas, no existen políticas claras, ni rutas que inviten a los chilenos a incorporarse a ellas.
En la vida diaria, un padre de familia que debe criar a un hijo deportista incurre en gastos superiores a cualquier crianza normal: alimentación especial; ropa deportiva; cuotas económicas para financiar el club deportivo y/o técnicos; aportes para viajes y desplazamientos a entrenamientos y competencias; cubrir lesiones traumatológicas con baja cobertura en Fonasa e Isapres; etc.
Con gestión hay muchas vallas que se pueden saltar de inmediato.
Mientras damos a luz al importante Ministerio del Deporte, con imaginación, coordinación y/o subsidios, se puede hacer posible que miles de chilenos hagan deporte en multicanchas abandonadas y dirigidos por competentes profesionales que no tienen la oportunidad de aplicar sus conocimientos.