Neruda confesó que cada vez que llegaba a una ciudad lo primero que hacía era visitar el mercado. Era la manera que tenía de conocer a la gente, al pueblo que allí habitaba.
De haber vivido, el poeta se habría entristecido por la desaparición definitiva del Mercado de Talca, monumento nacional, herido casi de muerte a consecuencias del último terremoto y ahora destruido por el fuego.
¿ Incendio accidental o provocado?
Se investigan las causas. Y no faltan motivos para la sospecha. Los locatarios, un centenar, mantenían una larga batalla con autoridades de la ciudad favorables a que la manzana que ocupaba el mercado se convirtiera en un centro comercial moderno.Un “mall” o algo que se le parezca. Idea que no gustaba a fruteros, carniceros, propietarios de restaurantes o negocios diversos que, en la mayoría de los casos, eran continuadores de una empresa familiar de muchos lustros.
Ellos defendían lo suyo, sin renunciar a la modernidad, a mejorar su oferta a la comunidad.Pedían ser escuchados y que sus opiniones fueran tomadas en cuenta a la hora de decidir el futuro del mercado.
Ahora, en una calurosa madrugada de enero, el fuego ha convertido en cenizas los sueños de pequeños comerciantes que luchaban para no ser devorados por intereses alejados de lo tradicional y de expertos especuladores de bienes ajenos.El Mercado, inaugurado hace más de un siglo, pertenecía a todos los maulinos, no solo talquinos.
Hace un año ya comenté el malestar de los locatarios del mercado de Talca por un mega proyecto del empresario talquino Alvara Sahié. Paula Moreno , al frente de una de las organizaciones defensoras del mercado, consideraba hermoso el proyecto, pero como centro comercial ,y criticaba que fuera ajeno a la tradición y al diseño arquitectónico del edificio.
Ella y otras miles de personas apoyaban una reconstrucción o remodelación respetuosa con el edificio y con el cometido original.
Por su parte, la entonces presidenta de la Corporación Mercado Central de Talca, Sonia Miranda, se oponía al mega proyecto de Sahié, entre otras razones, por existir bajo la manzana que ocupaba cuatro túneles que poseen incalculable valor histórico-patrimonial.
La Corporación se apoyó en compromisos y postulados nacionales e internacionales relativos a un monumento reconocido como Patrimonio Cultural para defender su postura. Nada de ello detuvo el deterioro, la ruina casi total del emblemático edificio.
Hoy ya no sólo hay que lamentar la pérdida de un patrimonio sino, que además, el drama que significa para ciento seis pequeños empresarios quedar sin ingresos. En la calle.