A comienzos del mes de mayo del 2013, el Presidente Piñera envió al Parlamento un Proyecto de Ley para crear lo que denomina “ministerio de Cultura”.
Efectivamente nuestro país requiere que la sociedad y el Estado reconozcan y le den la máxima jerarquía política, institucional y jurídica a la cultura y al desarrollo cultural en toda su pluralidad y diversidad.
Y en nuestro ordenamiento jurídico institucional, al igual que en los demás países de Iberoamérica, ello ocurre cuando es un ministerio el responsable de diseñar, elaborar, ejecutar y evaluar políticas públicas. Sin duda que, un ministerio de la Cultura podrá con mayor relevancia política y cultural contribuir a instalar políticas públicas transversales que den cuenta de la dimensión cultural de nuestra vida personal y colectiva, contribuyendo a nuestro desarrollo integral como individuos, comunidades y país.
Un ministerio de Cultura que reconozca a las personas y comunidades como sujetos culturales y viabilice el ejercicio de los derechos culturales de esas personas y comunidades.
Un ministerio de Cultura pensado desde el reconocimiento a nuestra pluralidad y diversidad cultural, nuestra naturaleza multiétnica, nuestra diversidad geográfica y nuestras realidades e identidades regionales y locales.
Un ministerio de Cultura que efectivamente promueva y sea expresión de la participación ciudadana y no una mera utilización discursiva y distorsionada de una “ciudadanía” supuestamente representativa definida por obligados acuerdos políticos.
Un ministerio de Cultura que, para ser expresión y enriquecerse de la participación ciudadana, cuente con órganos colegiados de decisión sobre políticas públicas y otras materias relevantes, e integrados por personas efectivamente representativas de todo el país, de sus regiones, de sus pueblos originarios, de sus creadores y cultores, del mundo académico, de organizaciones culturales locales, regionales y nacionales, de personas y organizaciones dedicados a los temas patrimoniales en toda su amplitud y diversidad, de gestores culturales, etc.
Un ministerio de la Cultura que, para servir mejor a Chile, articule , fomente y posibilite un diálogo y trabajo mancomunado e interdisciplinario de profesionales y funcionarios públicos en general, desde y hacia los diversos ámbitos de la cultura y que garantice a este personal el respeto a su estatuto jurídico de funcionarios públicos, dé estabilidad, fomente, reconozca y valore sus aportes, contribuya a su perfeccionamiento y profesionalización, y ofrezca mecanismos claros y objetivos de ingreso a la carrera funcionaria.
Un ministerio de Cultura que, desde la profunda comprensión de la estrecha vinculación entre los procesos e instancias de la educación formal y la cultura, contemple desde su creación procedimientos para garantizar un trabajo articulado del Estado en este campo.
Un ministerio de la Cultura que asume la profunda vinculación entre naturaleza y cultura y por ende, se ocupa y preocupa del patrimonio natural y se articula con otros ministerios sectoriales para contribuir a la evaluación de los impactos culturales y desde el punto de vista del patrimonio natural de las políticas públicas sectoriales.
¿Es esto lo que ofrece y propone el Gobierno de Sebastián Piñera y su entonces ministro Cruz Coke? No pues, no es esto.
Lo que se ofrece al país es la creación de un mini ministerio, con un(a) Ministro, una subsecretaría, 15 Secretarías Regionales Ministeriales de Cultura, y un Consejo Nacional de la Cultura y el Patrimonio.
Toda la acción de ejecución de políticas y programas gubernamentales no serán tarea del Ministerio, pues corresponderán a dos servicios públicos descentralizados: Instituto de Fomento de las Artes e Industrias Culturales, y Dirección Nacional del Patrimonio Cultural.
Por cierto, la casi totalidad del personal no estará en el ministerio de Cultura pues integrararán alguno de los dos servicios públicos descentralizados que propone crear y que tendrán su asiento administrativo en el ministerio de Cultura.
Además de ser un ministerio pequeñito y sin capacidad y facultades para “ejecutar políticas y programas”,el órgano colegiado de participación ciudadana denominado CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA Y EL PATRIMONIO es un espacio peligrosamente restrictivo y no participativo.
En efecto, de once miembros sólo cuatro son personas destacadas ” de las áreas de la cultura y del patrimonio”, debiendo una de ellas estar vinculada al patrimonio cultural y otra a las artes e industrias culturales, nombrados por el (la) Presidente(a) de la República, con acuerdo de los 3/5 del senado.
Obviamente un Senado Binominal y un quórum tan alto como éste obligarán a “consensuar” estos cuatro nombres asegurando presencia de Gobierno y Oposición en igualdad de proporción, sin considerar la votación mayoritaria del país y llevará al examen de qué personas “son aceptadas” por el Senado para poder nombrarla. De ahí a la obsecuencia con el poder hay un paso.
En el Consejo propuesto por Piñera no existen representantes o personas representativas de los pueblos originarios; obvio, para el Gobierno de Derecha estos pueblos y sus culturas deben subsumirse en lo que ellos llaman “cultura chilena”.
Tampoco se considera la participación de personas representativas de las culturas y realidades regionales como si bastara para pensar, imaginar y soñar Chile desde Santiago y Valparaíso.
Las organizaciones culturales, en especial aquellas de carácter territorial y patrimonial, tampoco están consideradas en un Consejo que definirá las políticas públicas culturales del país.
Y las universidades públicas y privadas tradicionales son reducidas y tratadas al mismo nivel que cualquier otra universidad privada, debiendo todas ellas proponer dos académicos -uno vinculado a la gestión cultural y otro a las artes- para decisión presidencial. Aquí hay, finalmente, un desprecio a la relevancia histórica y cultural de las universidades que integran el Consejo de Rectores de Universidades Chilenas.
Por cierto, es un Consejo que tampoco se hace cargo de las dimensiones culturales de la realidad e identidad de Género.
Asimismo, es un Proyecto de Ley que omite, invisibiliza y “ningunea” a las expresiones de la cultura popular. Ello junto con reafirmar la vieja noción de identidad chilena como algo único, definido y construido , y no como un proceso histórico que da cuenta de una comunidad viva, heredera de acervos culturales y generando nuevos acervos culturales en diálogo con el mundo y las diversas comunidades que conforman Chile.
En cuanto a la estructura orgánica propuesta por el Mensaje Presidencial, es un Ministerio que deberá instruir para que ejecuten las políticas y diseñen y realicen programas a los dos servicios públicos descentralizados que se crean: uno para el “patrimonio cultural” y otro para “las artes y las industrias culturales”; con personería jurídica y patrimonio propio, con sus propias autoridades y funcionarios.
No se comparten edificios, oficinas, equipos, conocimientos y experiencias. Aquí no hay trabajo mancomunado, interdisciplinario e integral entre programas de desarrollo del arte con iniciativas gubernamentales de ciudadanía y cultura, por ejemplo de ejercicios colectivos de la memoria y definición patrimonial.
Es un proyecto que compartimenta y no articula temáticas y competencias profesionales.Peor aún, puede generar dinámicas de competencia entre los Seremis de Cultura y direcciones regionales del Instituto de Fomento de las Artes y las Industrias Culturales y de la Dirección del Patrimonio Cultural.
En cuanto al personal, todo sigue como hoy, y peor. Los funcionarios que hoy trabajan a contrata en la DIBAM , el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y el Consejo de Monumentos Nacionales, siguen a contrata; los que están a honorarios, pasarán a honorarios, y los pocos que en el CNCA están en planta pasan en esta condición, al igual que los están en esta condición en la DIBAM.
¿Cómo es posible que, además de mantener la precariedad del empleo actual, el Proyecto pretende que todo el trabajo adicional que se deberá hacer por el Ministerio y por los dos servicios descentralizados se realice con las mismas plantas?
En todo Chile son miles los que creemos que Chile necesita un ministerio de Cultura para contribuir de mejor manera a poner la cultura en el centro del modelo y proyecto de desarrollo de nuestro país. Pero sabemos que el Proyecto del Gobierno es grave y peligrosamente deficitario.
No servirá a Chile en toda su diversidad y riqueza cultural. No permitirá una verdadera participación ciudadana.
Lo bueno del proyecto del Gobierno es que a todos nos pone de acuerdo en una cuestión básica: necesitamos un ministerio de Cultura. Ello es posible y necesario.Pero debe legislarse pensando en que este Ministerio debe reconocer y construirse desde la afirmación y valoración de nuestra pluralidad cultural, diversidad territorial, realidad multiétnica; con profundo respeto a los creadores y cultores, garantizando y promoviendo la efectiva participación ciudadana; con respeto y valoración a nuestras manifestaciones tradicionales y a la cultura(s) popular(es); con integración , interdisciplinariedad y trabajo mancomunado de las diversas disciplinas áreas y ámbitos de la cultura; con reconocimiento, estabilidad y participación de los funcionarios públicos y personal que hoy trabajo en la DIBAM, en el CNCA y el Consejo de Monumentos Nacionales.
El lunes 29 de julio, en el ex Congreso Nacional, algunos creadores, cultores y dirigentes gremiales serán invitados a dar su opinión ante la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados. Los parlamentarios tienen una gran oportunidad de servir a Chile y a nuestra(s) cultura(s).
La Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados puede llevar adelante un maravilloso proceso de diálogo y debate en todas y cada una de las regiones, con creadores y cultores, gestores culturales, organizaciones culturales y sociales, universidades, expertos en patrimonio natural y cultural, funcionarios públicos de la DIBAM, CNCA y Consejo de Monumentos Nacionales, municipios, etc. para hacer el mejor ministerio de Cultura para nuestro país.
Lo que no hizo el Gobierno, hoy lo puede hacer la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados.