30 jun 2013

La Peste en el poder

En 1948 el escritor franco-argelino Albert Camus escribió la obra de teatro “Estado de Sitio” (“L’Etat de Siège”), que muestra cómo una nueva autoridad, La Peste, encarnada en un joven gobernante y su secretaria, comienza a reorganizar la vida de la población echando mano a leyes autoritarias y represivas, con un carácter netamente burocrático y racional. La obra es un ataque frontal del autor a los fascismos europeos y en especial al franquismo en España.

En uno de sus pasajes La Peste expresa, “me dan horror la diferencia y la sinrazón. A partir de hoy seréis, pues, razonables, es decir, tendréis vuestra insignia. Iréis con las ingles marcadas y llevaréis públicamente bajo el sobaco la estrella del bubón que os designará para ser azotados. Están en la lista, y yo no olvido a nadie. Todos sospechosos, he aquí un buen comienzo”.

La Peste, esa forma de gobierno represivo que describe la lúcida obra de Camus, nos ha acompañado durante largos pasajes de nuestra historia, sobre todo en el siglo XX pasado, en donde los totalitarismos y su lógica represiva cargada de rutinaria burocracia, así como las dictaduras militares latinoamericanas, incluidos por supuesto nuestros 17 largos años de Peste, son la expresión máxima, siguiendo a Adorno y Horkheimer, de una razón instrumental por sobre una razón crítica.

Demás está recordar la marcación selectiva de individuos que resultaban peligrosos para el “orden” del Estado terrorista, quienes, como sacados de la obra de Camus, llevaban una marca simbólica de un otro ajeno, extraño y por tanto enemigo. Estos enemigos fueron puestos, como sabemos, en recintos habilitados para su eliminación. En orden, siempre en orden: el número, la ficha, el interrogatorio, el encierro, el castigo y el exterminio. “Este desorden va a ser administrado. Una sola muerte para todos y según el precioso orden de una lista”, dictaba La Peste mientras los guardias aplicaban los bandos sobre una aterrorizada ciudad.

Al contrario de lo que muchos pudieran creer, La Peste, esa forma represiva, racional y burocrática de gobernar, no desapareció tras las lentas aperturas hacia una tibia democracia, sino que las ahora democracias neoliberales, transformaron La Peste y le pusieron un ropaje civil y ya no el lúgubre uniforme militar (acorde a los nuevos tiempos).

Sin embargo de cuando en cuando, esa porfiada Peste aparece de la mano de sus herederos más directos, aplicando la siempre necesaria marcación de los enemigos, para mantener el perfecto orden social.

Como un párrafo más de “Estado de Sitio”, la obra de Camus, puede entenderse el proyecto de “Ley de Identificación Preventiva”, anunciado por Sebastián Piñera para, según él, controlar y vigilar en las marchas a quienes parezcan sospechosos. “Todos sospechosos, he aquí un buen comienzo”, una y otra vez aparecen los mandatos de La Peste.

Pareciera ser que nuestro país tiene, por un lado, una predilección por la soberanía de La Peste y su legalidad de excepción, y por otro, un recurrente gusto por la exclusión y/o aniquilamiento de la peligrosidad para el Estado.

El Propio Benjamín Vicuña Mackenna analizaba el amplio uso del estado de sitio,figura legal introducida en la Constitución de 1833 que ampliaba las atribuciones del Presidente de La República, y restringía “temporalmente” las garantías y derechos constitucionales de la población, durante el siglo XIX, y Brian Loveman en conjunto con otros autores, ha sistematizado los distintos y abundantes periodos en que el estado de sitio así como la ampliación de las facultades del ejecutivo en materia de Seguridad Interior del Estado, ha sido utilizado, sobre todo durante los gobiernos de González Videla, Ibáñez del Campo (segundo periodo) y la dictadura de Pinochet. Es decir, nuestra tierra ha sido acogedora con esta Peste insistente y difícil de erradicar.

“¡Honor a los estúpidos, porque ellos preparan mis caminos! ¡Son mi fuerza y mi esperanza! Llegará un día, acaso, en que todo sacrificio os parecerá estéril, en que el grito interminable de vuestras sucias rebeliones cese por fin. Ese día reinaré verdaderamente en el silencio definitivo de la servidumbre”. Palabras de La Peste al borde de la derrota, pero señalando cual será su retorno: la mano de los estúpidos.Estúpidos que permitirán que La Peste los rija con su mano lógica y castigadora, burocrática y excluyente.

Pero si de la mano de los estúpidos La Peste podrá seguir gobernando, entonces de la mano de la comunidad La Peste podrá ser derrotada.

Tal y como sucede al finalizar la obra de Camus y que bien puede reflejar nuestro presente: “Mirad, el mar furioso tiene el color de las anémonas. Nos venga. Su cólera es la nuestra. Grita la unión de todos los hombres del mar, la reunión de los solitarios. ¡Oh ola, oh mar, patria de los insurrectos, aquí está tu pueblo que no cederá jamás!”.

“Estado de sitio”, una obra de mediados de siglo XX, pero que a la luz de los movimientos sociales actuales, pone de manifiesto la desnudez del poder y la humanidad de la rebelión.

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