27 ago 2012

Lunas de dos hemisferios

Parafraseando a Elicura Chihuailaf.

Desde un color venimos y hacia un color vamos. La luna es la madre del espíritu que vino del azul. Su posición marca las estaciones del año: cinco para el pueblo mapuche. La luna de los brotes fríos, señala el comienzo del año que es en invierno. La del verdor es indicio de primavera. La de los primeros frutos o primores, algo así como una media estación. La de los frutos abundantes indica el pleno verano, y la de los brotes cenicientos cierra el ciclo con el despunte del otoño.

Menos lírico que el poeta de Quechurewe, George Amstrong Custer, anticipándose al despunte de la luna de las cerezas rojas coronó una matanza de cheyennes en Black Kettle dejándolos sin reservas invernales, abatiendo sus caballos y derribando búfalos sin tasa ni medida.

Para algunos, Custer era símbolo del despotismo sobre los nativos norteamericanos. Otros, lo consideraron un testimonio contra los abusos que sufrían. Aunque tratándose de combatirlos, el general no vacilaba anunciando que “podía eliminar a cualquier pueblo indio de las llanuras”.

Un tiempo después de esa hazaña marchó con el 7° regimiento de caballería hasta las Black Hills o Colinas Negras, comarcas que las etnias consideraban el centro de su mundo.Sin saber de la razón de su presencia los sioux observaban distantes el avance de la fuerza hostil comandada por Cabellos Largos o Pahuska, para ellos.

Cuando Mahpiuta Luta o Nube Roja se enteró, dijo: “No deben invadir nuestro sagrado Paha Sapa, éste pertenece a los sioux oglala”. No queremos blancos aquí, manifestó también Tatanka Yotanka o Toro Sentado. La cólera indígena fue tal que el presidente Grant se declaró “determinado a impedir invasiones a aquel territorio mientras, por ley y tratado, perteneciera a los indios.”

Y es que existía un tratado, una de cuyas cláusulas estipulaba: “ninguna persona o personas de raza blanca podrán establecerse u ocupar porción alguna del territorio, ni cruzar por su geografía sin el consentimiento expreso de los indios.”

En aquel tiempo, el gobierno tenía a esos parajes por tierras sin valor.

Mas, cuando Custer informó de la existencia de oro “desde las raíces de la hierba hacia abajo”, voraces langostas cayeron sobre los campos. La vía que los vagones militares abrieron hacia el corazón del Paha Sapa se llamó Ruta de los Ladrones.

En la mañana del 25 de junio de 1876, Cabellos Largos fue descubierto cuando cruzaba el río Rosebud y se disponía a arrasar los campamentos indios en Little Bighorn o Valle de la Hierba Verde. No imaginó que una extraordinaria coalición de tribus: hunkpapas, pies negros, oglalas, minneconjous, se había organizado para recibirlo.

Y sería un desastre total para los Chaquetas Azules.

Tashunke-Witko o Caballo Loco, artífice de esa victoria, dedicó años a estudiar las tácticas de guerra de los soldados, y cada vez que peregrinaba a las Black Hills en busca de visiones, pedía al Gran Espíritu el secreto para vencerlos.

Fieramente determinado a preservar sus formas de vida nunca aceptó fotografiarse. Desde muy joven tuvo la certeza de que el mundo de los hombres era irreal. A través de la ensoñación atisbaba en el verdadero ser y, cuando lo conseguía, todo parecía danzar, flotar en torno suyo y su caballo hacía increíbles cabriolas, de ahí el apodo.

Si entraba en trance antes de la batalla ésta le sería propicia.

“Los nuestros podían ver a los hombres de Custer a la distancia y, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se lanzaron contra ellos, entonando su canción de guerra”, dijo el sioux Kill Eagle. Y agregaba: el movimiento de los guerreros fue “como un huracán o el ataque despiadado de un enjambre de abejas”. Crow King contó que los soldados desmontaron al verse rodeados y “parecieron volverse locos; alejaron de sí sus armas y, alzando los brazos, pedían clemencia”, pero aquel día no hubo prisioneros y a los pocos minutos todo había terminado.

Se dice que de la fuerza invasora sólo sobrevivió un caballo llamado Comanche.

Toro Sentado –“el asesino de Custer”- dijo en Canadá, donde se refugió durante algunos años con su gente, que no lo vio en la batalla pero que otros indios lo reconocieron. “No llevaba el cabello largo, como de costumbre, sino más bien corto y del color de la hierba vestida de blanco en las heladas… En los últimos momentos, Pahuska permanecía de pie, como una mazorca de maíz que ha perdido sus hojas…”

Nunca se supo quién le dio muerte.

Fue la mayor derrota del ejército de los Estados Unidos en su guerra por la conquista del oeste. Y para las tribus que participaron en esa memorable batalla marcó el fin de su cultura que incluía, como la de sus primos mapuche, junto a la bravura, una idea del mundo, una manera poética y original de ver y nombrar la naturaleza.

En la indignidad de las indian reservations asignadas a esas “naciones domésticas dependientes”, como las llamó en 1832 el juez John Marshall, quizá algo persista del espíritu brutalmente lacerado por el gran padre de Washington y, con nostalgia, dialogue todavía de lunas del viento frío, de la nieve irrumpiendo en los tipis, de los potros en desarrollo, de los florecientes lirios, del ciervo cambiando su cuerna, de los patos que se ocultan, del maíz sedoso.

Aunque sea difícil al ánimo poético manifestarse en territorios con familias sumidas en la pobreza, sin electricidad ni agua potable y contaminados por la minería o los residuos nucleares.

“Los Shoshone del Oeste son la nación más bombardeada del mundo…Estados Unidos ha violado la esencia de este tratado al poner a prueba sus armas nucleares en nuestras tierras y nuestra gente”, afirmaba no hace mucho un jefe indígena.

Para algunos, la definición del juez Marshall es más válida hoy que hace 180 años.

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  • CARLOSMARISCAL

    Excelente! Al final los grandes discriminados en USA son los pieles rojas, los pocos que se salvaron.

  • CARLOSMARISCAL

    Excelente! Al final los grandes discriminados en USA son los pieles rojas, los pocos que se salvaron.

  • Amapola Jimenez

    Tremendo artículo, usted vale lo que pesa…Gracias por enseñarnos

  • Amapola Jimenez

    Tremendo artículo, usted vale lo que pesa…Gracias por enseñarnos