Una caja de madera puesta a buen recaudo durante setenta años alerta a los investigadores que han intentado sin éxito descifrar los enigmas que persisten sobre el asesinato de Federico García Lorca, autor fundamental de la dramaturgia y poesía española del siglo XX.
Una de las preguntas que nunca ha encontrado una respuesta definitiva se refiere a los motivos por los cuales el escritor andaluz no aceptó exiliarse y así escapar del inevitable acoso al que sería sometido por los sublevados que obedecían a Francisco Franco.
Sin militar en partido o grupo vinculado al gobierno republicano, su simpatía por éste era evidente. Su liderazgo en el grupo La Barraca le reportó admiración, popularidad y el respeto de los sectores progresistas – los rojos- y un profundo odio en los conservadores- los nacionales.
Tras la rebelión derechista, sus amigos se pusieron en marcha e hicieron todo lo posible por buscarle refugio y trasladarlo fuera de España.
En el magnífico libro En España con Federico García Lorca, que reúne parte del diario íntimo del diplomático chileno Carlos Morla Lynch, además de ofrecer el retrato más humano y fiel del escritor andaluz publicado hasta ahora, se cuenta la angustia de sus amigos por saber de su suerte.
García Lorca prefirió dejar Madrid y regresar a Granada, donde residían sus padres. La protección de la influyente familia del también poeta Luis Rosales (el que injustamente sería considerado responsable de la detención de Lorca) no fue suficiente para eludir la muerte.
Ahora, gracias a la documentación depositada en esa caja de madera, el rompecabezas de su rechazo al exilio se completa.
Para poner en orden las piezas es necesario remontarse a 2010, cuando muere en Madrid , a los 93 años, Juan Ramírez de Lucas, periodista y crítico. Conocido en el mundo intelectual español por sus profundos conocimientos de literatura y arte popular, especialmente, todos los que lo trataron destacan su caballerosidad y buena estampa.
Lo que nunca supieron fue que Ramírez de Lucas, cuando tenía 19 años y por mediación de unas amigas, conoció a Federico García Lorca, produciéndose entre ellos un flechazo que marcaría sus vidas.
En 1936 la mayoría de edad se cumplía a los 21 años. Por tanto faltaban aún dos para que el guapo aspirante a actor, perteneciente a una conservadora familia de Albacete, pudiera hacer sus maletas y emprender una aventura sin trabas más allá de las fronteras junto al autor teatral y poeta más notable de la llamada generación del 27. Lorca confiaba en derribar los obstáculos y animaba a su amante a no flaquear en esos momentos difíciles.
Dibujos, cartas, poemas y manuscritos que dan fe de la tragedia íntima del intelectual y su joven amante han permanecido durante setenta años guardados celosamente por uno de los protagonistas de esta historia. Lo que dignifica aún más a Ramírez de Lucas es que esa valiosa documentación la conservó para que, una vez muerto, fuera puesta en conocimiento de los investigadores. La destinataria de la caja de madera con tan revelador tesoro fue una de sus hermanas.
La Fundación Federico García Lorca ha recibido con beneplácito la noticia. No podía ser menos.
La Comisión de Cultura del Congreso español aprobó una iniciativa para que este legado lorquiano se integrara a un archivo digital para ser consultado por los estudiosos.
Hay que reconocer que desde hace años se sabía de la existencia de un amor secreto de García Lorca. Que incluso el escritor le dedicó Sonetos del amor oscuro, considerada su obra poética más perfecta.
En los años cincuenta el investigador Agustín Peñón vino a España a recabar información del asesinato del poeta. Aquí habló con testigos y amigos. Una de ellas fue Pura Ucelay quién dio a conocer detalles de ese amor “que volvió loco a Federico”.
Este año se ha publicado en España la historia novelada de este romance oculto. Se trata de Los amores oscuros, del escritor, crítico e investigador gaditano Manuel Francisco Reina. Una obra que, en palabras del poeta español Félix Grande, “es un gran reportaje histórico-periodístico sobre la vida de García Lorca”.
Yo me atrevo a añadir que se trata sobre todo, de una tragedia real, novelada, en la que comparten protagonismo un hombre genial y un intelectual de altura que supo callar estoicamente un drama personal que nunca cerró sus heridas.
La frase con la que arranca el libro de Manuel Francisco Reina no deja duda alguna: “Yo fui el último amor de Lorca y, probablemente, la razón de su muerte”.