Las redes sociales estallaron a poco de comenzar la ceremonia de la entrega de los Oscar.
Una pierna de mujer, la izquierda para ser preciso, fue suficiente para que se montara un circo mediático de proporciones. La protagonista y el escenario donde se captaron las imágenes contribuyeron al revuelo. Una estrella de cine deseada, su vestido negro que marcaba un cuerpo en apariencia frágil, una alfombra roja y la noche en que Hollywood congrega a lo más radiante del llamado séptimo arte.
Ni la estatua de la Libertad como tampoco el cuadro La última Cena se libraron de los montajes que se difundieron posteriormente en las redes sociales por obra y gracia de esa pierna furtiva.
A esta hora lo vivido en la gran fiesta del cine ya es historia. Y esa pierna juguetona que posó libre de complejos para las cámaras es una anécdota sin más.
Lo que probablemente no saben aún los amantes del glamour, de la farándula y de los comentarios que se hacen de los personajes de actualidad es que Angelina Jolie, la actriz que obsequió parte de su anatomía a la imaginación de sus seguidores la noche de los Oscar es mucho más que una cara bonita, un cuerpo casi perfecto y la inseparable compañera de un actor también guapo
En los cines de Europa se estrena por estas fechas la película En tierra de sangre y miel y que narra con toda su crudeza la guerra librada en la antigua Yugoslavia. Angelina Jolie es la directora y guionista de esta cinta que asombra mas allá de su acertada factura cinematográfica.Se trata de un retrato duro, cruel y certero de una guerra en la que las mujeres fueron víctimas de vejaciones por la soldadesca envilecida por el odio.
En las imágenes, en los diálogos, en los hechos mismos que se narran, todo resulta veraz.
Nada comparable a lo que nos tienen acostumbrado los estudios de Hollywood a la hora de hacer versiones de conflictos que han marcado una época.
Para empezar, la película está interpretada por actores desconocidos que hablan en bosnio y que se mueven por lugares perfectamente reconocibles de los Balcanes.
Los críticos no salen de su asombro. Conocían a la actriz y ahora directora por su participación en campañas solidarias con el Tercer Mundo pero no sus cualidades para penetrar sin titubeos en un tema como la guerra librada hasta hace unos años en Europa y en la que se mezclan política, religión y racismo.
Angelina Jolie narra hechos que las víctimas de la guerra no olvidan. Los campos de concentración, las ejecuciones masivas, los prostíbulos donde se ultrajaba a las prisioneras hasta morir y situaciones que son un destello de humanidad entre tanta miseria.
Lo que no pasan por altos los críticos es que la directora toma partido sin temor en la historia que nos cuenta. Su compromiso la convierte en una realizadora valiente que seguro le granjeará enemigos, pero a su vez la convierte en una digna representante del cine de autor.
Si hay suerte, hasta es probable que en Chile tengan oportunidad de ver esta película y, de paso, constatar que Angelina Jolie es mucho más que una pierna desnuda sobre una alfombra roja.