Como miles de personas, estuve la medianoche del sábado cuatro para el domingo cinco de febrero pegado al computador esperando los resultados de los fondos de Cultura 2012.
Como miles de personas sin un nombre, sin “currículo”, grande fue mi decepción cuando observé que mi proyecto no estaba seleccionado.
En mi caso particular, la evaluación fue “buena”, pero no “excelente”: 74 puntos en total.
No obstante, lo extraño es que tanto en el ítem Coherencia como en el ítem Presupuesto la evaluación es la misma: 74 puntos. Raro, si pensamos que en el financiamiento que solicitaba -aparte de la beca- era solo dinero para un computador con el cual llevar a cabo el libro.
Más raro, si consideramos que en “Impacto”, los 74 puntos van acompañados de un detalle que en lo único que se diferencia del rango máximo de puntaje (76 a 100 puntos) es que se identifica “un grupo de beneficiarios amplio y bien identificado por el postulante”, mientras en “bueno” solo se identifica “un grupo de beneficiarios bien identificado por el postulante”.
Todavía más raro si pensamos que de obtener 75 puntos promedio, un proyecto podía ser elegible. Y más raro… bueno, podría seguir enumerando las cosas raras de la evaluación, porque extrañamente los cinco ítems que evalúan tienen 74 puntos, es decir, una evaluación uniforme para ítems muy diversos.
Lo anterior sin duda resulta enigmático para muchos postulantes que, como en mi caso, obtuvieron calificaciones idénticas en los diferentes ítems, lo que lleva a pensar una de las dos siguientes opciones: o que nuestros proyectos, extrañamente, tenían el mismo nivel en cada ítem (coherencia, currículo, presupuesto, calidad e impacto) o bien que quien los evaluó simplemente asignó un puntaje en general y luego en el detalle de cada ítem colocó siempre el mismo puntaje, a sabiendas de que es el modo más sencillo de lograr que una serie de calificaciones den un promedio estipulado de antemano. Gran falta de respeto a los postulantes, por lo demás.
La adjudicación y selección de los Fondos de Cultura y de los Fondart también deja sueltas otras extrañas y tristes interrogantes. Sin ir más lejos, doy tres:
1.-El ítem de evaluación que corresponde a “Currículo” es un ítem que en el caso de aquellos jóvenes que hacemos nuestras primeras armas en las letras y el arte difícilmente puede estar saturado de referencias. Gran parte de los que postulamos a becas de creación emergente esperamos con estos apoyos financieros poder tener un sustento con el cual dedicarnos, por un par de meses, exclusivamente a escribir y/o desarrollar proyectos artísticos.
Tal vez la señal es que debemos esperar hasta cumplir cuarenta o más años para poseer mayores referencias y así, solo así, empezar a obtener financiamiento para “emerger”.
2.-Revisando las redes sociales, se puede apreciar de que muchas personas que obtuvieron evaluación excelente, incluso sobre los 95 puntos, no fueron seleccionados, mientras que otros con menor puntaje sí lo fueron. Esta situación no puede ser menos que impresentable, más si atendemos al slogan de la página de los Fondos de Cultura: “más simple, más transparente”.
Que existan proyectos no seleccionados aún teniendo más puntaje que otros seleccionados da pie para la sospecha acerca de cuán “profesional” fue la evaluación que se llevó a cabo.
En el caso de las becas de creación para escritores, ya es difícil confiar en la evaluación cuando, según las bases, la primera calificación, aquella en donde se definen los puntajes que determinarán qué proyectos pasan a la evaluación de la Comisión de Asesores, es realizada “solo por un evaluador”: ¿qué sucede, por ejemplo, si el evaluador de turno es una persona a la que los temas tratados le afectan o no le gustan simplemente por opciones personales?
En cualquier evaluación seria, siempre son al menos dos personas las que evalúan un proyecto.
Esto se debe a un hecho concreto: difícilmente algo bueno será estimado malo por dos personas serias, y algo “reguleque” será estimado bueno por dos profesionales. Para mal consuelo, al aceptar las bases, único modo de poder postular, lamentablemente se aceptaba que sólo una persona evaluaría en primera instancia.
3.-Varios de los proyectos que más dinero ganaron y cuyos ejecutores fueron invitados al desayuno efectuado en el GAM el sábado cuatro de febrero, son proyectos ejecutados por personas o instituciones con las cuales se vuelve difícil competir, puesto que no solo disponen de un gran “currículo” (aquello por lo que varios proyectos bien evaluados no fueron finalmente seleccionados) y un equipo profesional que permite realizar una mejor postulación, sino que también son figuras o instituciones ligadas en algún momento de su historia (pasada o presente) a algunas de las personas que deciden en los fondos.
Sin ir más lejos, el Teatro Mori recibió más de ciento sesenta millones de pesos en la línea “Organizaciones culturales”, lo cual ha desatado una serie de críticas y sospechas en las redes sociales y otros medios digitales por la vinculación que existe entre el actual ministro de Cultura, señor Luciano Cruz-Coke, y los dueños del teatro.
Ahora bien, hay que ser justos con la gente del teatro Mori: tal vez el proyecto que presentaron es una postulación excelente que justifica la enorme cantidad de recursos, pero de todos modos la nebulosa queda allí, al igual que ocurrió el año pasado con el dinero asignado a Lastarria 90.
No quiero decir con lo anterior que la gente del Mori y de Lastarria 90, al igual que tantos otros postulantes ligados a algunos de los evaluadores, deban ser “censurados”: como todos, ellos también tienen derecho a postular.
Esta crítica apunta al sistema de evaluación y selección: un proceso 100% serio y transparente no dejaría cabos sueltos para que se susciten estas sospechas. Pero como escribí antes, hay decenas de casos poco claros en su evaluación.
Qué extraña forma de adjudicar los fondos. Y qué triste por los que nos esforzamos por hacer algo bueno, innovador, creativo y/o crítico aun sin tener los medios para dedicar un mayor tiempo del idóneo para nuestros proyectos, lo que evidentemente permitiría desarrollar obras más potentes.
Incluso, en algunos casos, mejores que varias de las obras que año a año son seleccionadas.
Nota del autor: Hablo de “la extraña” y no de la “irregular” forma de seleccionar porque no está acusando irregularidades, puesto que de los casos que conoce de perjudicados todos estuvieron sujetos a la legalidad, es decir, “amparados en las bases”. Sin ir más lejos, en el fondo del libro, desde 75 puntos cualquier proyecto entraba en la categoría de “elegible”, es decir, que “podría ser elegido” pero no por eso con seguridad estaba seleccionado.