En el magnífico y a la vez lúcido y desgarrador libro escrito por la malograda Pilar Donoso, “Correr el tupido velo” el nombre de la agente literaria española Carmen Balcells es mencionado en repetidas ocasiones.
No es extraño. José Donoso, al igual que los más importantes escritores hispanoamericanos confiaron en ella a ojos cerrados para que sus obras llegaran con cuidado a las librerías y de allí a las manos de los lectores de medio mundo.
Nada menos que seis premios Nobel han tenido a Carmen Balcells como agente. Sin contar a otros que han estado a punto de conseguirlo.
Mujer de carácter, sin pelos en la lengua, la agente literaria se atrevió a poner en su sitio a más de uno de los genios de nuestra literatura .Para ella, los egos, las manías o las rabietas de tan ilustres personajes no contaban en este negocio. Como premio a su tesón muchos de los escritores vieron a una amiga insobornable o a una confidente, más que a una mujer de grandes empresas…
Quien tuvo como representante a Carmen Balcells supo de antemano que estaba a buen resguardo. Ella tenía fama de ser una dura negociadora, capaz de pelear sin doblegarse para que sus escritores consiguieran unos ingresos dignos. Antes que ella apareciera pisando fuerte en el negocio literario las editoriales ataban a los creadores con contratos vitalicios. Con ella se acabó la artimaña.
Hoy se habla en España con profusión de la catalana – ya retirada -tras divulgarse una parte de los documentos que acumuló en casi medio siglo de agente literaria y que ocupan más de dos mil cajas. Puestos en fila, este valioso legado alcanzaría casi tres kilómetros.
Estos documentos de la Balcells fueron comprados el año pasado por el Ministerio español de Cultura por tres millones de euros.
Como alguien ha afirmado sin exagerar, se trata de un tesoro que contribuirá a conocer en profundidad a escritores de la talla de Neruda, García Márquez, Vargas Llosa, Cela, Asturias, Onetti, Delibes, Donoso y muchos más.
El diario español El País ha dado a conocer algunos fragmentos de cartas que revelan detalles muy personales, íntimos incluso, que dan una dimensión más humana y cercana de los escritores más relevantes de España y América. El equipo casi completo del llamado boom estuvo en manos de Carmen Balcells. Solo un ejemplo de esta selección de primera capitaneada por una mujer: para García Márquez, Carmen Balcells es Mama Grande.
El poeta Pablo Neruda, siendo embajador en Paris, escribió a la agente disculpándose por el trabajo que le daba y le advertía que tuviera “un pellejo de Rinoceronte” para torear con los editores que lo estafaban con sus derechos. La agente no necesitaba consejos ya que llevaba tiempo dando la batalla. En carta a José Donoso, ella reconocía que a la hora de los negocios era “implacable.”
Pilar Donoso se refiere en “Correr el tupido velo” como su padre esperaba impaciente la opinión de Carmen Balcells sobre uno de sus libros o para recibir noticias de un dinero que necesitaba con urgencia.
Los ejemplos de la astucia de la agente literaria para calmar a sus representados atribulados o para solucionarles sus problemas abundan en los archivos que hoy pueden ser consultados por los investigadores.
Por estos documentos se sabe de escritores incapaces de comprar un billete de avión o hacer una reserva de hotel.
El escritor español Juan Cruz cuenta una anécdota que retrata hasta donde llega la entrega de Carmen Balcells por sus representados. Una vez recibió una llamada telefónica de la agente literaria para que sacara de una zona aislada por la nieve a la novelista mexicana Eliana Poniatowska y trasladarla al aeropuerto de Madrid para que no perdiera el avión. La Balcells le sugirió incluso que buscara un helicóptero para rescatar a la escritora.
Así es Santa Carmen de las Letras o el Ángel de la Guarda de los escritores. Genio y figura…