Escrito y leído así suena mas glamuroso y también más cinéfilo… ¿ Recuerdan “Hiroshima, mon amour” o “Valparaíso, mi amor”?
Estoy en la ciudad española más hermosa: San Sebastián (y lo siento por los forofos de Barcelona, por ejemplo) para asistir al festival internacional de cine que este año cumple 59 años. Edad madura y aún interesante.
De mi adicción al cine y a la bella Donostia, como también se le conoce, tiene la culpa una periodista que ya no está con nosotros pero que muchos todavía recordarán. María Romero.
Ella, a través de la revista Ecran, daba a conocer a los incondicionales de la publicación la existencia de un festival en España al que acudían estrellas famosas entonces.
La directora y, a la vez, redactora principal del semanario se daba el lujo de ser invitada al certamen, para contar más que la calidad de las películas como eran en distancia corta las luminarias que se animaban a viajar a San Sebastián.
Como ella sacaba brillo hasta de lo más oscuro para no romper la ilusión a los lectores por sus estrellas favoritas, siempre dedicaba palabras amables al actor, actriz o aspirante a serlo.
Eso sí, periodista y personaje se mostraban en las fotos radiantes y con la mejor de sus sonrisas. El posado de esa guisa nunca faltaba. ¡Ah y con Ecran en la mano, por favor!…
Este festival ha superado muchos obstáculos a lo largo de su historia.
La buena idea de unos comerciantes vascos para extender la temporada de verano fue el germen que generó en acontecimiento cultural y social al que se apuntó la dictadura franquista sin demora. La presencia de famosos con mayúsculas como Kirk Douglas, Alfred Hitchcock o Audrey Hepburn contribuyó a la proyección internacional del festival.
Pero no todo ha sido coser y cantar. La política y algún desaguisado en organización dejaron unos años en segunda categoría al certamen.
No hay mal que por bien no venga. El regreso a primera división no tardó en llegar.
Hoy el de San Sebastián es festival con categoría A con mucha honra y mucho esfuerzo.
Tanta verdad hay en ello que estos dos últimos, con la crisis como espada de Damocles, la fiesta del cine en Donostia sigue a buen ritmo. Como si nada, pero con mucho menos presupuesto. Algo que habla muy bien de los responsables.
San Sebastián, un regalo para todos los sentidos, reserva para los amantes del cine estrellas rutilantes. No importa el pronóstico del tiempo.
A las estrellas del firmamento añade este año a Glenn Close, premio de Honor por su trayectoria, Catherine Deneuve y Anouk Aimée que vienen a acompañar al director francés, Jacques Demy, al que se le rinde homenaje por sus memorables películas. Entre otras “Los paraguas de Cherburgo”.
También anuncia visita el actor y galán de moda. Michael Fassbender que promociona la sensación de la temporada: “Shame”.
En la historia del festival han dejado recuerdos imborrables presencias como las del director francés Claude Chabrol, la actriz Bette Davis (días después del homenaje recibido aquí murió en Paris), Woddy Allen, Brad Pitt, Richard Gere, Julia Roberts, Liv Ullman y, para mí, en particular, Meryl Streep.
Anti diva, inteligente, simpática a rabiar. Una estrella con mayúsculas. Nada que ver, por ejemplo, Demi Moore más preocupada de no despeinarse y de ocultarse a sus fans para que no la vieran al natural.
Durante los diez días que dura el festival toda la ciudad, que no llega a los 200 mil habitantes, se viste de gala, se entusiasma y asiste a cuanta película se programa. En esta ocasión se exhibirán 240 producciones.
Además de las 16 en concurso en la sección oficial -aquellas que aspiran a la Concha de Oro, máximo galardón – hay una decena de otros apartados, con premio incluido o no, que hacen las delicias de los espectadores.
Porque a diferencia de otros festivales de categoría A, el de San Sebastián goza el privilegio de contar con el apoyo de su gente y, además, las películas se proyectan en salas muy bien acondicionadas.
No como en Cannes, donde aquellas producciones de cinematografías periféricas, lejanas, son ninguneadas y exhibidas en hora demencial en salas de tercera categoría.
Es aquí en San Sebastián donde las nuevas generaciones de directores de cine chileno tienen oportunidad de mostrar sus producciones y codearse con realizadores de otros países.
Por aquí han pasado películas que han tenido muy buena aceptación por parte de la crítica y del público: La nana, Huacho, Ilusiones Ópticas, Post Mortem o la espléndida Nostalgias de la Luz.
Mi opinión, por lo que he visto en ediciones anteriores, los nuevos directores chilenos se encuentran en momentos de búsqueda de señas de identidad , con obras que no eluden la experimentación, y que se caracterizan por unas historias íntimas, no ajenas al caos que las circunda, donde las actitudes, los gestos, importan más que las palabras.
El Diario Vasco, que dedica espacios importantes estos días al festival, siempre ha puesto atención en nuestros cineastas. Se agradece cuando hablo de un acontecimiento donde se programa más de 200 películas.
Hay que estar atento a lo que ocurra en esta 59 edición con las producciones chilenas: “Bonsai”, dirigida, por Cristian Jiménez, “Anónimo”, de Renato Pérez Arancibia, y “Ulises”, dirigida por Oscar Godoy, participan en la sección Horizontes Latinos.
“Sentados frente al fuego”, del director Cristián Jiménez, ha sido seleccionada entre las quince producciones que aspiran a premio en la sección Zabaltegui-Nuevos Realizadores.
En el apartado Cine en Construcción, para producciones aún no terminadas, se ha seleccionado “Joven y alocada”, de la realizadora Maraly Rivas.
Por lo que les cuento, San Sebastián,donde también el buen comer tiene lugar más que destacado, de ahí que se ha programado este año un ciclo titulado Cine y Gastronomía, hay motivos de sobra para querer volver siempre.