“Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé.
Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más.”
Son versos exclamados por Gabriela Mistral en su obra “La oración a la maestra”, respecto de la cual, vale la pena detenerse.
Y vale la pena detenerse porque a lo largo de este poema, nos encontramos, de manera casi sorpresiva, con la esencia misma de la grandeza impresa en la vocación pedagógica, que la misma poetisa desarrolló durante su vida.
Esta reflexión, tiene lugar, debido a que respecto de los últimos acontecimientos ocurridos en el conflicto estudiantil, poco se ha profundizado, en relación a uno de los grandes – si es que no el más grande- factor envuelto en esta materia: los Profesores.
Ellos son los que en definitiva, tienen a su cargo la labor educadora, y no solo en cuanto a los conocimientos que día a día brindan a los estudiantes durante las horas de clases, sino también, juegan un rol fundamental respecto de los estímulos que pueden imprimir en sus alumnos en cuanto al gusto e inquietud por saber, así como también la ardua labor disciplinaria en todos sus sentidos.
Dicha labor, tiene finalmente mayor incidencia en el resultado obtenido por los alumnos en el ámbito académico, que la cantidad de recursos con que se cuente.
Tanto es así, que existen escuelas humildes, de escasos recursos, cuyos resultados académicos son sorprendentemente altos, incluso más altos, que los resultados de otros establecimientos educacionales que sí cuentan con mayores recursos.
Esto implica, que más importante que los recursos, o visto de otra manera, cual es el aspecto más importante en que se debieran destinar los recursos, debe apuntar directamente al perfeccionamiento e incentivos de los que deben estar provistos los profesores, como una inversión que se relaciona de manera absoluta con los resultados de los alumnos tanto en lo académico, como en lo personal.
Con el objeto de tener claridad respecto a esta situación, durante largo tiempo se han hecho esfuerzos para evaluar a los profesores, para saber si su labor, es realmente de calidad.
Dicha evaluación, trae como resultado, incentivos y beneficios para aquellos docentes que efectivamente ejerzan una labor de calidad, y sanciones o medidas, para aquellos cuyo desempeño sea insuficiente.
Llama profundamente la atención, el rotundo rechazo que muchos de los profesores, y especialmente los órganos, sindicatos, o agrupaciones representativas de este gremio han demostrado frente a este tipo de evaluación.
Si es que existe consenso en la necesidad crítica de mejorar la educación, y de hacer grandes esfuerzos especialmente por parte del Ejecutivo para que ello se materialice, es difícil entender esta postura de acérrima oposición a la evaluación docente, cuando en realidad, ellos deberían ser uno de los sectores más interesados en que esto ocurriera, de manera que hubiera completa transparencia y conocimiento acerca de la calidad de la actividad docente.
Los profesores se encuentran representados en el conflicto estudiantil por personas líderes de organizaciones sindicales y políticas que poco y nada tienen de los ideales plasmados por Gabriela Mistral en su ya citada obra. Ellos son en verdad parte del problema, y no de la solución.
Los dirigentes que representan al profesorado, liderado principalmente por Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores, han sido incapaces de afrontar este asunto con altura de miras, no reconociendo el rol fundamental que juegan los profesores en este conflicto, y haciendo oídos sordos a la urgencia con que necesitamos que los profesores pongan de su parte para que la educación pública en Chile, sea finalmente de calidad.
Paralelamente , y para poner esta situación en perspectiva, y dilucidar por qué el accionar de los dirigentes representantes de los profesores es reprochable, me parece fundamental destacar la labor de miles de jóvenes, esencialmente profesionales quienes en virtud de genuina vocación y una profunda sensibilidad respecto del problema de la educación en Chile, lo dejan todo, desde su casa, hasta la posibilidad de optar a buenos trabajos, con altas remuneraciones, para convertirse en profesores, de las escuelas mas recónditas de nuestro país.
Es importante tener en cuenta, que nuestro país sí cuenta con profesores que se desempeñan día a día por una enorme vocación, que sí están dispuestos a evaluarse, y en definitiva a poner de su esfuerzo para que mejore la educación en forma real, de manera que en nada se relacionan con este grupo de dirigentes que más bien velan por sus propios intereses políticos y personales, que por el bien de la educación.
En esta misma línea, existen variadas agrupaciones de jóvenes, que se reúnen distintos días, en lugares de escasos recursos, para asistir a estudiantes, tanto con reforzamiento escolar, como con clases de preuniversitario.
Si bien el contraste, entre organizaciones lideradas, por personalidades como el Sr. Gajardo, y el movimiento de jóvenes anónimos que se han propuesto poner todo de su parte para mejorar la educación, es lamentable, la imagen nos da una clara señal y ejemplo, de cual es el camino que con esfuerzo y seriedad, nos llevara en definitiva, a poder efectivamente mejorar la educación, y cual en resumidas cuentas no lo hará.