Hace algunas horas, junto a un importante grupo de habitantes de la comuna de La Granja y de dirigentes sociales, nos manifestamos en contra del Metro de Santiago, en las afueras de la Estación Santa Rosa de la línea 4A. Quienes vivimos en la periferia de la región Metropolitana tenemos muy claro las razones de esta protesta, pero quienes desarrollan su vida entre el centro cívico y las comunas del sector oriente probablemente no entiendan la molestia expresada con una manifestación.
Metro de Santiago, al igual que muchas autoridades, empresas, profesionales viene actuando con el mismo criterio que tanto dolor y rabia causan en los ciudadanos. Segrega, discrimina, castiga.
Las estaciones ubicadas en las comunas llamadas “populares”, no cumplen con mínimos estándares de seguridad, de amplitud, de iluminación y de mantención del aseo que muestran las estaciones de la línea 1. Al contrario, son estrechas, oscuras, sucias, con nidales de palomas que contagian y mantienen las estaciones asquerosas.
Además, la Estación escogida para protestar por este trato que nos da una empresa del Estado, se encuentra en medio de otra huella de este afán discriminador de la élite chilena: en medio de la autopista Vespucio Sur, que dividió nuestra comuna, La Granja, y otras de la zona sur, afectando la calidad de vida y la seguridad de nuestros habitantes.
Hace tan sólo días salió un reportaje en el cual se indica cuáles son las diez mejores estaciones de Metro del mundo y allí está Metro de Santiago con la estación Universidad de Chile. En la información se anota que la “notoriedad de Universidad de Chile son sus múltiples accesos y grandes dimensiones, las que permiten la exposición de las obras realizadas por la Corporación Cultural MetroArte, una fundación establecida por Metro S.A. dedicada a desarrollar actividades culturales y obras artísticas dentro de las estaciones del metro de Santiago”.
Está claro, el arte para las líneas y estaciones con visibilidad mediática, con cercanía y para el uso de algunos chilenos, para los pobres, para la clase media que pende de un hilo para no volver a caer en la pobreza, estaciones realizadas con bajo presupuesto, baratas. ¡Para qué gastar plata en los pobres, para que poner arte en sus estaciones, para que invertir en seguridad con andenes espaciosos, para que gastar en iluminación! Para qué, total en sus casas viven en la estrechez, con poca iluminación.
Hoy día volvimos a decir ¡basta! Basta de ignorarnos, de tratarnos mal. Exigimos del Metro de Santiago, empresas del Estado, que nos respete.