Al volver desde la costa me tocó apreciar una vez más que el mercado no sirve de nada si no hay en paralelo un sistema poderoso de defensa de los consumidores y una instancia de revisión del comportamiento de los grandes actores.
Al salir de Algarrobo demoré más de 50 minuto en llegar al peaje. Ese trayecto toma normalmente 10 minutos, el taco comenzaba a 3 kilómetros de Algarrobo.
Lamenté mi mala suerte, seguramente hubo un accidente. Rogué que no hubiese lesionados. Viajaba a una hora en que hasta hoy, había sido un éxito por lo rápido, la hora de almuerzo.
No obstante mi resignación se tornó en indignación al darme cuenta que la única razón del taco era que la plaza de peaje no estaba funcionando a toda su capacidad hacia Santiago y que las dos ventanillas hacia Algarrobo estaban abiertas, pero sin clientes.
Comencé a preguntarme, ¿Quién paga la cuenta de esa ineficiencia? Mayor contaminación y mayor consumo de combustible por desplazarse a bajas velocidades, llegar atrasado, perder vuelos, conductores malhumorados, etc. ¿Quién nos devuelve la calidad de vida perdida?
¿Y que pierde la concesionaria?, nada, porque estamos obligados a usar ese camino para volver, no tenemos escapatoria. ¿Qué instancia o quien estableció una relación tan desequilibrada?
¿Qué tenemos que hacer los ciudadanos para reconquistar el poder y no seguir siendo una manada de consumidores avasallados por proveedores ineficientes?