Llevo dos meses a la cabeza de un municipio que cree firmemente en la participación como eje de acción en la toma de decisiones. Dos meses en los que comenzamos a afiatar los equipos y enfocarnos en lo que será la tarea para los próximos cuatro años.
Pero en medio de la definición de las directrices, del trabajo que tendrá el nuevo concejo el cual ya ha sesionado dos veces, surge la primera gran noticia, que además tiene una connotación mediática distinta, porque esta vez es la farándula la que informa de la renuncia de la concejala, Carla Ochoa a su cargo.
Ella esgrime como razón el que la UDI la ha dejado sola en esta tarea, mientras el municipio sigue adelante con su trabajo diario, la información se concentra en la desazón de la concejala.
No cabe más que preguntarse en qué momento la buena política, la del trabajo diario con la comunidad, la que se basa en generar los lazos necesarios con la gente para que esta se sienta acogida, escuchada y representada, se transforma en mala política, en política de farándula.
Los hechos nos demuestran que los partidos tienen la obligación de terminar con los cálculos pequeños, deben arriesgarse a competir con candidatos que tengan vocación política y vocación de servicio público.Esto es justamente lo que la UDI no hizo en Peñalolén y como resultado obtuvo una concejala renunciada y decepcionada del poco o nulo apoyo de quienes la llevaron a correr esta carrera.
Es momento de que los partidos entiendan que hoy se necesita de la buena política y no la de los cálculos pequeños, de lo contrario las noticias políticas terminaran en un bloque de los programas de farándula.
No dudo de las buenas intenciones de la concejala, lo que me molesta es la falta de responsabilidad de quienes la apoyaron, como si esto fuera un reality, en el que no importara más que el premio final, sin considerar en ningún momento lo que implicaba ejercer este cargo.
No se puede seguir utilizando a personas con el único objetivo de torcer el mecanismo electoral para defraudar el espíritu del sistema y a la democracia misma.
Con las aspiraciones y el voto de la ciudadanía no se juega, nuestro deber no es sólo competir y demostrar un buen programa, sino también concretar lo que prometimos, no vendría mal una disculpa por la bochornosa situación que la UDI provocó en Peñalolén.