Cuando se creó Providencia Participa aspiramos a que fuera una primera exitosa instancia de trabajo en la que las diferencias quedaran de lado y sólo primara el trabajo en común con el claro objetivo de mirar un Chile de futuro y sin desconocer el pasado.
Como ha sido exitoso, el siguiente paso es soñar en que esta propuesta se pueda reproducir en todo Chile y que logremos aportar un grano de arena a que este país sea más amable y más solidario, en suma, que cuente con el aporte de todos. Es decir, que Chile y los chilenos seamos parte de un sistema y un espacio más participativo.
El pasado 13 de mayo tuve mi primera derrota electoral en las urnas, esa que los obtusos han optado por ver como “Crónica de una muerte anunciada” o un suicidio político.
Otros han hablado del triunfo de las “bases” por sobre las “élites” o incluso han ido más allá y han planteado que perdimos por la soberbia de pretender competir en un lugar imposible.
Cabe señalar que en desmedro de lo que muchos pensaban, lo más fácil para alcanzar un nombre en la papeleta de octubre no era el camino que tomamos, por el contrario, menos aún lo era el estar en Providencia.
Digo los obtusos con todo el respeto posible, pero también con preocupación de cuántos ven de verdad lo que quisimos hacer con esta elección.
Es por ello que he resuelto escribir este artículo luego de haber escuchado y leído múltiples análisis de lo ocurrido, pero también con la convicción de que de algo sirve el poder expresar cuáles han sido mis intenciones con lo sucedido.
Quiero ser claro, para que no quede lugar a dudas, las intenciones, objetivos y visiones que se presentan son personales, es decir, no aluden ni buscan representar ni a una familia, ni a un grupo ni a un partido y, mucho menos, a la sociedad ni parcial ni totalmente.
Demás decir, que tampoco pretende otorgarle a nadie las responsabilidades que en mi caben y, como lo dije el 14 de mayo en La Segunda, “el único responsable soy yo y tengo domicilio conocido”.
Bueno, luego de esta larga pero necesaria introducción vamos a lo ocurrido.
Lo cierto es que de no haber existido esta primaria es muy probable que aún seguiría siendo el candidato del PS y, casi con certeza, el candidato de la Concertación en Providencia para las municipales del próximo 28 de octubre, principalmente por las razones habituales: ningún otro militante de la Concertación pretendía llevar adelante esta “locura”, ya que los partidos solían dejarla para el final y, por tanto, “regalarla” a la derecha.
Pero incluso antes de los hechos ocurridos a finales del año pasado, cuando el alcalde Labbé apaleó a los estudiantes y homenajeó a un asesino, nos convencimos de la necesidad de dar esta batalla que buscaba plantear que existen dos Chiles muy diferentes entre el del alcalde y el que, en ese momento un nosotros muy pequeño, queríamos y visualizábamos como futuro.
Pero he ahí el punto de inflexión. Los hechos de septiembre y octubre pasado nos hicieron ver que ese “nosotros” no era tan pequeño y abarcaba un arcoiris mucho más amplio que el que actualmente representa la Concertación y una candidatura encabezada individualmente sería insuficiente para lograr los objetivos que nos motivaban y siguen haciéndolo.
Ya entonces se dio a conocer que había al menos dos personas provenientes de mundos distintos que nos unía un primer objetivo común: generar cambios de fondo en la municipalidad de Providencia. Pronto se sumó una dirigente vecinal, que por ser poco mediática más de uno la vio como el arroz graneado y no le tomó el peso a los cambios políticos que nuestra sociedad ha ido teniendo.
Es en este contexto en el cual nuestros mayores anhelos de unidad y visión de amplitud cobraron más fuerza que nunca; pero los pasos había que darlos de forma individual y pausada para que resultaran con el éxito que hoy estamos teniendo.
No nos parecía (ni entonces ni ahora) que fuese suficiente el hecho de querer sacar al actual alcalde de Providencia de su puesto, tampoco lo era generar un cambio sin contenidos; por el contrario, nuestra idea de la generación de este nuevo movimiento era el de unir a quienes provenimos del mundo político con aquellos que se han ido alejando de este ámbito por sentirse decepcionados.
Buscábamos generar un espacio de interacción, donde la persona que encabezara este proyecto lo hiciera no sólo como un “Llanero solitario”, sino también con una estructura sólida y generosa de ideas y proyectos de un Chile y en este caso una Providencia amplia e inclusiva.
Fue así como comenzó a generarse el consenso de este movimiento amplio donde todos ternemos algo que decir y nos sentimos partícipes. Por un lado, están quienes provienen del ámbito vecinal, muchos de los cuales también militan o simpatizan con algún partido político y, por el otro, quienes provenimos del mundo político.
Pero cabe aquí hacer una segunda inflexión que ya enunciábamos hace un momento, no todos proveníamos del mismo mundo político y eso era una gran novedad. Para poder llegar a la generación de este movimiento hubo que tener la generosidad de muchos.
Por una parte del movimiento Red Liberal, encabezado por Cristóbal Bellolio, una joven promesa de la derecha que optó por romper con ese mundo para mostrar que es verdad que existe una nueva y democrática derecha que cree en un espacio diferente al actual en el que están unidos los UDI pinochetistas con la derecha más liberal.
Por otra, una Concertación que accedió a nuestra solicitud de hacer de esta una primaria diferente que incorporara tanto a la gente que provenía de la derecha como también gente de la izquierda, en fin, la posibilidad de que participaran todos aquellos que quisieran sentirse parte de esta nueva oposición más amplia y diversa; y por un tercer vértice los vecinos agrupados en un trabajo de largo aliento representados por Ciudad Viva y las Juntas de Vecinos y liderados por Josefa Errázuriz.
En este contexto es que logramos aunar criterios detrás de un gran movimiento: Providencia Participa; el que en mi entender no busca terminar su ciclo en octubre cuando se desarrolle la elección municipal, sino también pretende ser un apoyo y fiscalización para la nueva gestión de Josefa Errázuriz, o bien que sea la agrupación que se constituya en la más férrea oposición a la gestión del alcalde Labbé y todo lo que él representa.
Ahora bien, seríamos egoístas si Providencia Participa no amplía sus fronteras a otras comunas de Chile y el objetivo del arcoiris más amplio y diverso tampoco se concretaría y no es lo que queremos.
Ya hace algunos días candidatos de otras comunas han comenzado a tomar el programa de Providencia Participa como un ejemplo, pero a mi juicio eso no es suficiente.
Aspiro a que este movimiento sea sólo el comienzo de una nueva forma de hacer política; esto no significa romper con los partidos, sino que, desde adentro se debe poner un punto de inflexión en el que se muestre que se necesita la unidad de lo diverso, la inclusión de todos, las ideas por encima de los cálculos políticos. ¿Cómo se hace?
Para comenzar es fundamental refundar el cariño, las confianzas y las ideas de un movimiento más amplio que la desgastada Concertación, en la que es necesario incorporar a todos quienes queremos un Chile diferente, sin pensar en los cálculos de quién debe tener más concejales o diputados, sino dónde todos nos sintamos representados.
A eso aspiramos (al menos un grupo) cuando se creó Providencia Participa, a que fuera una primera exitosa instancia de trabajo en la que las diferencias quedaran de lado y sólo primara el trabajo en común, con el claro objetivo de mirar un Chile de futuro y sin desconocer el pasado.
Como ha sido exitoso, el siguiente paso es soñar en que esta propuesta se pueda reproducir en todo Chile y que logremos aportar un grano de arena a que este país sea más amable y más solidario, en suma, que cuente con el aporte de todos. Es decir, que Chile y los chilenos seamos parte de un sistema y un espacio más participativo.