15 nov 2011

El remedio peor que la enfermedad

Hoy por hoy, parece estar muy presente el tema de la participación ciudadana, así como también hemos presenciado en nuestro país un re-surgimiento de los movimientos sociales y de cómo estos van ganando un creciente protagonismo en el espacio público.

Sin embargo, es posible constatar que en nuestra sociedad la participación ciudadana lucha por habitar un escenario de dobles discursos: por un lado, se aboga por ella desde el Estado y la sociedad civil y, por otro, hay una fuerte tendencia de las autoridades a silenciar los conflictos sociales apelando a discursos de unidad, en una ansiedad por generar consensos que supuestamente disolverán las tensiones, mas parecen corresponder a las clásicas soluciones “parche” que tanto desdeñamos.

Todos hablan de participación, pero es evidente que cada uno piensa y proyecta las posibilidades fácticas de dicha participación desde marcos interpretativos muy diferentes.

La participación es un derecho connatural a la democracia y es deber del Estado promoverla y garantizarla a como dé lugar.

Mientras más participativo y democrático sean tanto el sistema político como el modo de organizarse de la sociedad, mejores condiciones habrá para la construcción de sociedades más justas y fraternas.

Por lo mismo, es fundamental que todas las estrategias que se ideen para enfrentar problemas a nivel público – los que atañen a todas y a todos-, sean diseñadas y ejecutadas con la mayor cantidad de actores posibles.

Más aún, cuando se tratan de sustanciales problemáticas como las relativas al derecho a la educación, el derecho a la salud, a un trabajo digno, a una vivienda digna, etc., las que se suscitan desde un plano vital fundamental y de supuesto interés común para todos los actores sociales, es sólo razonable y justo pensar que la tendencia debe apuntar a procesos de resolución eminentemente participativos, lo que quiere decir no impuestos o meramente consultivos para los miembros de la comunidad que no están en el poder.

Dentro de poco tiempo, se promulgará la nueva política de vivienda que otorga subsidios para las familias más pobres de nuestro país.

Hasta hoy, funciona el Fondo Solidario de vivienda que opera con especial énfasis en que las familias tienen que organizarse como comité para acceder al beneficio. Por esto, si en la actualidad alguien desease, de manera individual, acceder a estos fondos, no podría, pues está conminado a organizarse en comunidad, soñar su barrio y trabajar por la dignidad de éste con todos sus vecinos.

Pero esto no continuará así en el marco de la nueva política de vivienda, pues ésta no resguarda un principio de trabajo comunitario en el diseño de sus procesos de postulación a los beneficios, pasando a ser sólo optativo el trabajo comunitario para poder optar a los mismos. Se hace el énfasis en la libertad de “elección” de las familias para buscar cómo y dónde se quiere ir pero cabe señalar que esto no significa verdadera participación ni inclusión social real.

Pero, ¿Cuál es el problema de todo esto?

Primero, que esto último es un decreto presidencial y no una ley que sea debatida -al menos- por los parlamentarios. Me parece que algo que incide tanto en la vida de las personas – en este caso, de las personas más pobres del país- como resulta ser el proceso de optar a la vivienda definitiva y a la construcción de un barrio, debiera asegurar debate y reflexión de los distintos actores que se ven involucrados en el mismo.

Con todo esto, quisiera apuntar a que ésta no puede ser una decisión que se tome entre cuatro paredes o entre conversaciones con los amigos del ministerio, porque es fundamental que participen en ella las personas involucradas, es decir, las familias que son sujetos de este derecho.

Uno podría preguntarse, ¿le interesa al Estado que este grupo humano históricamente vulnerado en sus derechos sea un ciudadano activo?

¿No será que se prefiere mantener al casi 20% de la población “quietecita” como meros beneficiarios de sus apoyos financieros?

¿Por qué no diseñar procesos que resulten de base participativos, donde los ciudadanos a los que representan supuestamente quienes están en el poder sean verdaderos sujetos de derechos, activos protagonistas de las necesarias actualizaciones de las políticas públicas que los involucran directamente?

Un elemento indispensable para intentar acabar con nuestras escandalosas desigualdades y la vergonzosa exclusión de los más pobres es la PARTICIPACIÓN REAL, es decir, que ellos mismos sean protagonistas de la elaboración y ejecución de aquellas políticas que tanto tendrán que ver con ellos y con aspectos esenciales de sus vidas.

Basta ya de programas analgésicos que no promueven ni transforman la sociedad desde sus más profundas heridas.

Ciudadano es todo aquel que puede intervenir en la sociedad y produce efectos en esta, es aquel que se considera igual a todos y tan dueño de la sociedad como cualquier otro.

Por ello es urgente que toda política pública tenga un radical cambio de enfoque, que pase de la acción puntual donde hay un grupo que es beneficiario pasivo a un enfoque centrado en los derechos que tienen las personas para ser actores relevantes de su vida, de las decisiones y de la sociedad toda.

Es tiempo de que estas políticas dejen de buscar números para programas de gobierno y que fomenten, de manera seria y responsable, que aquellas personas que histórica y estructuralmente han sido discriminados sean protagonistas de su nueva realidad.

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  • Anónimo

    Para aportar al debate, una restricción a un derecho fundamental debe hacerse por ley en sentido estricto, no puede ser mediante decreto…Esto que explícitamente consagra la Constitución, si bien es frecuentemente pasado por alto en la práctica, es fundamental si queremos de una vez tomarnos los derechos en serio…..

  • RicardoLillo

    Para aportar al debate, una restricción a un derecho fundamental debe hacerse por ley en sentido estricto, no puede ser mediante decreto…Esto que explícitamente consagra la Constitución, si bien es frecuentemente pasado por alto en la práctica, es fundamental si queremos de una vez tomarnos los derechos en serio…..

  • Anónimo

    Aportando al debate, para limitar derechos fundamentales es necesaria una ley en sentido estricto. Así lo establece la Constitución y los estándares internacionales. Hacerlo mediante decreto me parece inconstitucional y genera responsabilidad internacional del Estado. Ahora, esto que si bien, en la práctica suele ignorárse es necesario para que de una vez por todas empecemos a tomarnos los derechos en serio….

  • Anónimo

    Comparto tu apreciación… pero creo que el nudo crítico se centra en la falta de voluntad política de aquellos que están en el poder para transferir competencias técnicas a las personas que se encuentran por debajo de la política pública. Lo que provoca que las personas empobrecidas no sean capaces de generar un pensamiento crítico respecto a su situación y su entorno, lo cual termina ayudando a los grupos de poder (élites) a mantener y controlar el estatus quo…

    Sin voluntad política real de cambiar las cosas pienso que es poco probable que se generen mecanismos de participación real, los cuales son necesarios para generar una democracia inclusiva y basada en el respeto y los derechos del otro..

    Saludos Francisco…

    Ivonne M. 

  • RicardoLillo

    Aportando al debate, para limitar derechos fundamentales es necesaria una ley en sentido estricto. Así lo establece la Constitución y los estándares internacionales. Hacerlo mediante decreto me parece inconstitucional y genera responsabilidad internacional del Estado. Ahora, esto que si bien, en la práctica suele ignorárse es necesario para que de una vez por todas empecemos a tomarnos los derechos en serio….

  • IvonciaMoraga

    Comparto tu apreciación… pero creo que el nudo crítico se centra en la falta de voluntad política de aquellos que están en el poder para transferir competencias técnicas a las personas que se encuentran por debajo de la política pública. Lo que provoca que las personas empobrecidas no sean capaces de generar un pensamiento crítico respecto a su situación y su entorno, lo cual termina ayudando a los grupos de poder (élites) a mantener y controlar el estatus quo…

    Sin voluntad política real de cambiar las cosas pienso que es poco probable que se generen mecanismos de participación real, los cuales son necesarios para generar una democracia inclusiva y basada en el respeto y los derechos del otro..

    Saludos Francisco…

    Ivonne M. 

  • Anónimo

    Para aportar al debate, para limitar un derecho fundamental es necesaria una ley en sentido estricto, no es basta un mero decreto. Esto que exige tanto nuestra Constitución como los estándares internacionales en la materia, si bien suele pasarse por alto en la práctica, es fundamental para que de una vez por todas comencemos a tomarnos los derechos en serio…Saludos,

  • http://www.facebook.com/people/Gonzalo-Villela-Caerols/668372423 Gonzalo Villela Caerols

    Me parece muy acertada tu columna; sin embargo creo que lo dramático en el cambio de la nueva política es que la solución que se les ofrece a las familias (entre la postulación con un sistema colectivo o individual), se sitúa en una tensión constante de las familias de campamento y allegados del país; la carencia de una vivienda digna; una tensión constante y que para cualquier persona carente de una necesidad básica como lo es la vivienda puede generar distorsiones a la hora de elegir la posible mejor solución. Ésto ya que una postulación individual que pareciera ser más eficiente en cuanto a tiempos, puede resultar sin lugar a dudas menos efectiva si se analiza desde el punto de vista de un proceso; es cosa de ver la política habitacional de los años 90` que tenía a la base un sistema similar al que se propone actualmente, un sistema que aparentaba ser rápido, pero que hoy esconde verdaderos ghettos de pobreza tras los blocks de la perisferia de las grandes ciudades de nuestro país.
    Es responsabilidad de todos, volver a abrir los espacios de participación, y coincido contigo, que es urgente hacer ver la importancia de que sean los ciudadanos Chilenos que hoy viven hacinados y en condiciones de vergonzosa precariedad, los reales protagonistas de las políticas que los afectan.

  • RicardoLillo

    Para aportar al debate, para limitar un derecho fundamental es necesaria una ley en sentido estricto, no es basta un mero decreto. Esto que exige tanto nuestra Constitución como los estándares internacionales en la materia, si bien suele pasarse por alto en la práctica, es fundamental para que de una vez por todas comencemos a tomarnos los derechos en serio…Saludos,

  • http://www.facebook.com/people/Gonzalo-Villela-Caerols/668372423 Gonzalo Villela Caerols

    Me parece muy acertada tu columna; sin embargo creo que lo dramático en el cambio de la nueva política es que la solución que se les ofrece a las familias (entre la postulación con un sistema colectivo o individual), se sitúa en una tensión constante de las familias de campamento y allegados del país; la carencia de una vivienda digna; una tensión constante y que para cualquier persona carente de una necesidad básica como lo es la vivienda puede generar distorsiones a la hora de elegir la posible mejor solución. Ésto ya que una postulación individual que pareciera ser más eficiente en cuanto a tiempos, puede resultar sin lugar a dudas menos efectiva si se analiza desde el punto de vista de un proceso; es cosa de ver la política habitacional de los años 90` que tenía a la base un sistema similar al que se propone actualmente, un sistema que aparentaba ser rápido, pero que hoy esconde verdaderos ghettos de pobreza tras los blocks de la perisferia de las grandes ciudades de nuestro país.
    Es responsabilidad de todos, volver a abrir los espacios de participación, y coincido contigo, que es urgente hacer ver la importancia de que sean los ciudadanos Chilenos que hoy viven hacinados y en condiciones de vergonzosa precariedad, los reales protagonistas de las políticas que los afectan.

  • http://www.facebook.com/profile.php?id=100002352810978 Constanza Terra Polanco

    Buena columna, creo que da al centro de todo el problema ciudadano: la participación. Comparto absolutamente lo que dices con respecto al temor -o miedo, para dejar el eufemismo- que siente el poder ante ciudadanos participativos, activos y pensantes. Políticas públicas que fomenten la participación ciudadana, que se creen a partir de la construcción conjunta con los ciudadanos, es lo que permitiría el fortalecimiento no sólo de la democracia, sino de la sociedad misma. 

    Abrazos y qué bueno poder leerte de nuevo,
    Coni

  • http://www.facebook.com/profile.php?id=100002352810978 Constanza Terra Polanco

    Buena columna, creo que da al centro de todo el problema ciudadano: la participación. Comparto absolutamente lo que dices con respecto al temor -o miedo, para dejar el eufemismo- que siente el poder ante ciudadanos participativos, activos y pensantes. Políticas públicas que fomenten la participación ciudadana, que se creen a partir de la construcción conjunta con los ciudadanos, es lo que permitiría el fortalecimiento no sólo de la democracia, sino de la sociedad misma. 

    Abrazos y qué bueno poder leerte de nuevo,
    Coni

  • http://www.facebook.com/people/Verónica-Del-Pozo/100002355982686 Verónica Del Pozo

    Buena columna Francisco, muy en la línea del “enfoque en derechos” del que habla A. González.
    Quizás el problema es que los expertos suelen subestimar la opinión de los aquellos sin diplomas pomposos, qué saben ellos del tema!!… sólo lo viven a diario…

  • http://www.facebook.com/people/Verónica-Del-Pozo/100002355982686 Verónica Del Pozo

    Buena columna Francisco, muy en la línea del “enfoque en derechos” del que habla A. González.
    Quizás el problema es que los expertos suelen subestimar la opinión de los aquellos sin diplomas pomposos, qué saben ellos del tema!!… sólo lo viven a diario…

  • http://www.facebook.com/people/Sebastián-Godoy-Restovic/692717453 Sebastián Godoy Restovic

    La columna pone en el tapete la faltas de participación ciudadana o de sus representantes en materias de un inmenso impacto social. Asimismo, es un reflejo de un país en que no se consagra el derecho a la vivienda, y que este tipo de materias no es necesario que se regulen por Ley, pero si lo es, elegir los emblemas nacionales. Claramente existe una distorsión en las prioridades, pero por sobretodo valorar los procesos participativos que permiten empoderar y dar mayores herramientas, en este caso, a personas y familias que viven en situación de vulnerabilidad.

  • http://www.facebook.com/people/Sebastián-Godoy-Restovic/692717453 Sebastián Godoy Restovic

    La columna pone en el tapete la faltas de participación ciudadana o de sus representantes en materias de un inmenso impacto social. Asimismo, es un reflejo de un país en que no se consagra el derecho a la vivienda, y que este tipo de materias no es necesario que se regulen por Ley, pero si lo es, elegir los emblemas nacionales. Claramente existe una distorsión en las prioridades, pero por sobretodo valorar los procesos participativos que permiten empoderar y dar mayores herramientas, en este caso, a personas y familias que viven en situación de vulnerabilidad.

  • http://www.facebook.com/people/Patricio-Valenzuela-Ormeno/607859346 Patricio Valenzuela Ormeno

    Creo que se debe matizar el concepto de “sociedad de derechos”, ya que a ello subyace una oposición constante entre el ciudadano y el Estado.  
    No hay que olvidar que el Estado es administrado, dirigido y operado por gente, ciudadanos como todos los demás.  El desmesurado surgimiento de “derechos”, exigibles tanto en su esencia como en su financiamiento, obligan al Estado a requerir y exigir más de los propios ciudadanos:  mayores impuestos y mayor cantidad de trabajo a todos los funcionarios del Estado, que a su vez también son ciudadanos y tienen derecho a trabajar en un horario y con una dedicación razonable.  
    El ciudadano excesivamente “empoderado” tiende a pasar por encima de los derechos de los funcionarios públicos en cuanto personas con la misma dignidad y derechos.  Se plantean de manera prepotente y agresiva frente al auxiliar del consultorio, el profesor de escuela pública, el carabinero o el funcionario municipal.

  • http://www.facebook.com/people/Patricio-Valenzuela-Ormeno/607859346 Patricio Valenzuela Ormeno

    Creo que se debe matizar el concepto de “sociedad de derechos”, ya que a ello subyace una oposición constante entre el ciudadano y el Estado.  
    No hay que olvidar que el Estado es administrado, dirigido y operado por gente, ciudadanos como todos los demás.  El desmesurado surgimiento de “derechos”, exigibles tanto en su esencia como en su financiamiento, obligan al Estado a requerir y exigir más de los propios ciudadanos:  mayores impuestos y mayor cantidad de trabajo a todos los funcionarios del Estado, que a su vez también son ciudadanos y tienen derecho a trabajar en un horario y con una dedicación razonable.  
    El ciudadano excesivamente “empoderado” tiende a pasar por encima de los derechos de los funcionarios públicos en cuanto personas con la misma dignidad y derechos.  Se plantean de manera prepotente y agresiva frente al auxiliar del consultorio, el profesor de escuela pública, el carabinero o el funcionario municipal.