Más de 10 millones de chilenos fuimos víctimas de la precariedad de un sistema de suministro eléctrico extremadamente caro y errático.
Era cuestión de ver como Santiago se fue “a negro” y el metro dejó de funcionar atochando el transantiago que quedaba en la calle, porque muchas micros, la mayoría, fue retirada sin explicación.
Los ascensores quedaron inutilizados y los celulares estaban inservibles. Los mensajes de texto eran una quimera, ya que no salían de los aparatos, ni llegaban a los destinatarios.
Los centros asistenciales comenzaron a flaquear con más de dos horas inexplicables de falta de energía.
¿Hubo un terremoto? ¿Cayó un rayo en una subestación? ¿Estalló una guerra?
Nada de eso. Se produjo una grave ineficiencia de los administradores monopólicos del sistema.
Seguramente la empresa que administra el sistema Interconectado Central (SIC) ahorra mucho dinero en la mantención de la red eléctrica, pero las consecuencias son lamentables.
Dicen las autoridades que están investigando, que van a ser muy rigurosos, que se va a informar a la opinión pública. Más de lo mismo.
Muchas pequeñas y medianas empresas interrumpieron o retrasaron los procesos productivos y de servicio, con las consiguientes pérdidas económicas.
Ni que hablar de los chilenos comunes y corrientes que vivieron entre el pánico y la angustia ante la incertidumbre provocada por la oscuridad.
Nos dijeron que la policía estaba en pleno, trabajando. Pero nada hicieron frente al accionar de una turba de 200 personas que desmanteló un supermercado.
Los ministros nos describieron como “reporteros” lo que estaba pasando, como si los ciudadanos no nos diéramos cuenta del fenómeno. Nunca atinaron con la duración del apagón, nada sabían del origen y el lugar de la anomalía, mucho discurso, pero nula orientación a través de la radio, el único medio que daba cuenta del “apagón”.
Nos dicen que habrá compensaciones. ¿De qué orden? ¿Pagarán por el grave daño ocasionado?
Le electricidad en Chile es carísima y bate el record latinoamericano. Ni que hablar con respecto al costo en la costa donde a la gente le sacan los ojos, con las cuentas de luz.
Más encima el superintendente de electricidad, nos dice que ellos recibirán reclamos y el que no quede conforme que vaya al SERNAC.
Increíble: ¿Quién tiene la paciencia y el tiempo suficiente para ir de oficina en oficina para reclamar por un mal servicio?